Hay espacio para un voto de derecha mayoritario en el sistema político uruguayo? La pregunta parece típica de las reuniones del verano que se interesan en los temas políticos. Naturalmente, está además influenciada por lo que se está viviendo en Argentina, con un presidente libertario de enorme popularidad, quien desde diciembre de 2023 ha cumplido con éxito un plan de acción que sacó a su país del caos económico y social en el que lo había dejado el kirchnerismo. ¿Se viene entonces algo parecido en Uruguay, si el gobierno de Orsi llegase a defraudar las expectativas generadas en 2024?
Para empezar, importa recordar la evolución del partido que ha sido considerado el más de derecha en estos últimos años: Cabildo Abierto (CA). Redondeando, de cerca de 270.000 votos bajó a 60.000 entre 2019 y 2024. Más de uno podría decir que quedó así demostrado que no hay espacio para nada francamente de derecha en Uruguay: la buena votación de 2019 de CA fue estrictamente coyuntural y fruto de un enojo de parte de la población con el Frente Amplio (FA), ya que cuando la izquierda recuperó sus reflejos electorales, CA no alcanzó ni siquiera a llevar un senador al Parlamento. O, lo que es lo mismo, cuando se toma realmente el voto de derecha más duro, es decir el piso electoral de CA reflejado en la interna de 2019 o en la elección de octubre de 2024, la verdad es que no se logra más que un par de diputados sobre un total de 99 o, con mucha suerte, un senador en un total de 31.
Sin embargo, ese razonamiento resulta demasiado simplista.
En primer lugar, porque los trasvases de votos son complejos y nunca lineales. Sin duda, por ejemplo, hay muchos votantes que se autoidentifican de derecha y que votaron fuera de CA a otros partidos y sectores de la Coalición Republicana.
En concreto, es fácil pensar que, dentro de los más de 70.000 votos que recibió el Herrerismo puro y duro del Partido Nacional, la gran mayoría son votantes de derecha y lo mismo ocurre con quienes apoyaron al senado de Zubía en el Partido Colorado (cerca de 32.000 votos) y con quienes lo hicieron con la lista de Bordaberry (150.000 votos). Seguramente, también haya quienes se definen de derecha entre votantes del partido de Lust (12.000 votos) y simpatizantes de otras corrientes blancas o coloradas.
En otras palabras, si se mira por encima de banderías políticas y se busca por características valóricas que definen a un voto de derecha, el universo es mucho mayor que el de votantes de CA de 2019.
Y no es que haya que ser rebuscado o academicista para encontrar esos valores de derecha: respeto por la autoridad del Estado; libertad económica que limite el intervencionismo estatal; apego a tradiciones nacionales extendidas desde siempre -la solidaridad social, la familia como vínculo social esencial y la independencia nacional-; escepticismo por el asistencialismo estatal extendido; molestia con cualquier proceso internacionalista que limite la soberanía nacional; y crítica a las iniciativas globalistas que procuran romper con la familia y poner en tela de juicio la libertad económica tras un dogmático sentido político ecologista.
Así las cosas, sobre un total de votos a lemas de 2.300.000 en octubre de 2024, los votos a sectores de derecha en Uruguay fueron de al menos unos 330.000, es decir, un piso electoral de un 15% del total.
Obviamente, es poco comparado con la base electoral del Frente Amplio (FA) que hace un cuarto de siglo ya que nunca es menor al 39% de los votantes. Sin embargo, analizado en la perspectiva de un país siempre corrido hacia la izquierda en comparación con otros de la región, y teniendo en cuenta también que el voto de derecha es algo siempre mal visto por la hegemonía cultural izquierdista, ese 15% no parece ser un piso electoral bajo.
En el conjunto de votos de octubre de 2024, que fueron a los lemas que conformaron la Coalición Republicana (CR, 1.162.000 en cifras redondas), se trata incluso de una proporción aún más relevante: se acerca al 30% del total.
Nadie sabe cómo evolucionará CA ni tampoco la CR. Pero lo cierto es que, así como en los años sesenta hubo un proceso de convergencia de distintas izquierdas que terminaron sumando sus votos en el FA de 1971, el resultado de octubre pasado hace evidente la constatación de que existe una amplia representación de partidos y sectores de derecha en Uruguay. Estará en la inteligencia de los actores que se identifican con ese signo político potenciarlo desde la oposición en estos próximos años al gobierno del FA.