El pasado 7 de agosto hubo una iniciativa que fue muy destacada ante la opinión pública: se trató de la firma por parte de representantes de las juventudes político-partidarias del Frente Amplio (FA), Partido Nacional, Partido Colorado, Cabildo Abierto y Partido Independiente, coordinados todos por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de un documento de acuerdos que fue presentado a los candidatos a la presidencia de la República.
Este tipo de iniciativas casi siempre son bien vistas. En primer lugar, por el amplio espectro de participantes, que da la sensación de inclusión universal de opiniones muy diversas. En segundo lugar, por la definición de consensos en torno a propuestas que se logran definir en común y que se destacan entonces como un esfuerzo negociador que habla bien de la capacidad de diálogo entre actores diversos. Y tercero, porque el patrocinio de una agencia internacional como el PNUD da realce a toda la iniciativa, que finalmente en este caso pone de manifiesto el protagonismo de las nuevas generaciones partidarias, es decir, de quienes están llamados en un futuro a ocupar los lugares más relevantes en cada uno de sus partidos.
Dentro de los cinco temas en los que se pusieron de acuerdo todos los representantes de los distintos partidos, el primero fue comprometerse a “hacer política desde la buena fe, promoviendo el debate responsable y la convivencia democrática”. Procuró en efecto el documento “hacer un llamado a los partidos políticos, sus integrantes y todos los actores de la sociedad a contribuir a un proceso electoral informado, pacífico, responsable y de buena fe”. Como jóvenes políticos todos los representantes de los distintos partidos se comprometieron a bregar por una “forma de hacer política respetuosa, informada, fidedigna, útil y al servicio del pueblo”.
Tan temprano como el 9 de agosto, es decir a dos días de firmado el documento, todos estos jóvenes tuvieron la oportunidad de poner a prueba sus metas. En efecto, en su declaración acerca de su “posición sobre el plebiscito de reforma de Seguridad Social”, la candidata a vicepresidenta del FA escribió, entre otras cosas: “la ley vigente (…) sin generar, previamente, ni siquiera un mínimo consenso y enfrentando a las organizaciones sociales”; y “la recolección de firmas se realizó (…) presentándose 400.000 de ellas”.
Estas afirmaciones de Cosse son falsas. No son hacer política de forma “respetuosa, informada, fidedigna, útil y al servicio del pueblo”. Mienten, porque la ley aprobada en 2023, antes de entrar al Parlamento, estuvo a estudio de una comisión que recibió decenas de delegaciones y que contó con representantes del FA; y porque luego, en el Parlamento, también el proyecto fue varias veces modificado buscando consensos y acuerdos.
Además, la recolección de firmas válidas no fue de 400.000, como ha sido público y conocido por todos: al momento de validarse el total necesario para habilitar el plebiscito, la Corte Electoral había rechazado casi 96.000 firmas presentadas, por lo que nadie puede afirmar, de manera fidedigna e informada, que se hayan presentado 400.000 firmas, sino, como mucho, unas 300.000.
¿Alguien vio que los representantes de las juventudes político-partidarias que firmaron el documento del PNUD salieran a señalar que la candidata del FA acababa de hacer algo completamente contradictorio con el documento consensual firmado por todos? Por supuesto que no. No lo hizo el PNUD, ni los representantes jóvenes del FA, ni tampoco los representantes de los demás partidos. Y no ocurrió, porque en realidad este tipo de documentos son saludos a la bandera que a nadie importan realmente. Son, por tanto, iniciativas vacías que terminan haciendo muchísimo daño a la democracia.
Lo que importa hoy, faltando dos meses para las elecciones, es que todos los partidos y sus juventudes marquen sus posiciones disímiles, de manera de que la ciudadanía sepa qué elegir entre el mundo distinto de opciones que se le presentan. No es tiempo de fabricar consensos falseados, que declaran que lo mejor es ser rico y sano en vez de pobre y enfermo. Y que, lo peor, es que cuando inmediatamente se da la realidad de una de las cosas que se denuncian como malas para la democracia, todos los firmantes terminan mirando para otro lado y nadie dice nada al respecto.
Los consensos son importantes. No hay que rebajarlos firmando cosas que se desvalorizan inmediatamente y que terminan falseándolos. Respetemos nuestras diferencias y a la democracia.