Luego de varios días de analizar el resultado del balotaje que llevará a Yamandú Orsi a la presidencia, viene bien revisar otros temas que afectan a la vida de la gente.
Un asunto que salta a la vista y alarma a la población es la cantidad de contenedores de basura desbordados porque los camiones no están pasando con regularidad.
El drama de la basura en Montevideo viene de muy atrás y nadie le encuentra solución. Intendentes y jerarcas municipales prometen arreglar la situación en su gestión o la siguiente y no lo hacen. Así sucede con 35 años de gobierno frentista en la capital. Volvió en estos días a prometerlo el director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia, Guillermo Moncecchi: En el “próximo período”, dijo, se va a “notar claramente” una mejora en la limpieza de Montevideo.
La manera de limpiar la ciudad ha tomado características astutas, si no cínicas. Los camiones pasan a diario por los contenedores que están en las avenidas, pero se saltean los de las calles interiores. El gran tránsito, los que viajan en ómnibus, ven todo prolijo. Los vecinos dentro de sus barrios, no.
Así ocurre por ejemplo, en las zonas del Prado y Reducto divididas por Bulevar Artigas. Los contenedores sobre el bulevar amanecen limpios todas las mañanas. Pero según contaron personas que viven en la zona, llegaron a pasar hasta 10 días sin que el camión vaciara el conte-nedor en algunas calles laterales. Tras las protestas al CCZ, la recolección pasa apenas con algo más de frecuencia pero siempre después que los contenedores quedan abarrotados y rodeados de nuevos basurales. Las tapas no cierran de lo lleno que están. Esto implica olores pestilentes, moscas y ratas a escasos metros de las ventana donde vive la gente.
No parece la imagen de una ciudad moderna y civilizada.
Pero por suerte el director promete que el año que viene las cosas estarán corregidas.
También se ven menos los motocarros que recogen la basura que queda afuera del contenedor. Esto lo señaló el edil blanco Javier Barrios Bove en una nota a El Observador a lo que el intendente Mauricio Zunino respondió que “todos” están funcionando. Quizás, ante la mayor demanda a causa del creciente número de contenedores superados, la gente no lo ve así. Lo cierto es que el servicio se deterioró.
Lo de los motocarros, tan reclamados por los vecinos, es solo un correctivo hecho a las apuradas para un mal sistema. Barrios Bove cuestionó que se hubiera gastado US$ 3 millones en esas moto por entender que era mucho dinero para disimular el disfuncionamiento del sistema de limpieza. Dijo que si los camiones recolectores no cumplen con los circuitos con la frecuencia debida, es obvio que se “generen los desbordes al costado” y por lo tanto haya que “recurrir a este sistema de emergencia”. En otras palabras, cuanto peor es el sistema, más caro lo es para el contribuyente.
El año pasado se complicó la compra de 16 camiones para la recolección de residuos, porque los funcionarios se negaron a usarlos al entender que había problemas de seguridad en la cabina donde debían ir tres personas.
Todo esto ocurre en un momento en que se discuten las cuentas municipales. Si bien el intendente reconoció que había “dificultades en algunas áreas”, aclaró que la situación no era “compleja”.
Según fuentes municipales, las áreas complicadas son Desarrollo Ambiental (justamente la que recoge la basura) y Cultura.
Nada de esto es nuevo. Algunos jerarcas hablan de los hurgadores como si fuera una novedad cuando ocurre desde siempre y está en el origen del problema. No es el único: están los vecinos desaprensivos que hacen lo que quieren con la basura y la ineficacia municipal potencia los vicios, no los corrige. El resultado es una ciudad sucia, fea, mal cuidada y en permanente riesgo sanitario.
En 1989 Tabaré Vázquez se transformó en el primer intendente frentista. Entre otras cosas había prometido que terminaría con los basurales endémicos, una aberración que venía desde administraciones anteriores.
Cada solución propuesta desde entonces, solo ha servido para reformular los basurales. Cambian de forma, pero siguen siendo basurales.
Se viene fin de año, donde el ritual es que por unos días la basura no se recoge. Si a un mes de las fiestas, la situación ya es más complicada que lo habitual (que es mucho decir), ¿qué puede esperarse para entonces?