Corten con tanta dulzura

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A nivel del análisis político local, trata de imponerse la burda falacia de que Álvaro Delgado y Yamandú Orsi son más o menos lo mismo.

Los politólogos se esfuerzan por demostrarlo un día sí y otro también. Hace una semana, el editorialista del semanario Búsqueda Andrés Danza tituló sin más que “no cambia casi nada”, gane quien gane.

Formuló la sorprendente hipótesis de que “en los hechos, volvió a ganar el batllismo”, porque “Orsi y Delgado son fieles representantes del batllismo más típico, y entre ellos estará el futuro presidente”. Sostuvo que, simbólicamente, el 27 de octubre ganó “Alejandro Atchugarry, en referencia al exministro de Economía y senador de la lista 15, que siempre fue destacado por sus ca-racterísticas de dialoguista y nego- ciador”.

En la edición de ayer del mismo semanario, Adolfo Garcé da por buena la hipótesis al decir que “en cualquier caso, como le gusta decir a Andrés Danza, ambos son de la escuela de Alejandro Atchugarry”. Otra columna de Rosario Queirolo denomina a los dos bloques en pugna como “la centroizquierda” y “la centroderecha”, subrayando en forma absolutamente descontextualizada que un alto porcentaje de esta última, según una encuesta de Cifra, dice que en Uruguay hay pobreza “porque los pobres son haraganes y no tienen voluntad de progresar”.

Para completarla, nuestro diario publicó ayer algunas citas de un estudio preparado por el excanciller Ernesto Talvi quien, con la intención de destacar la calidad de la democracia uruguaya a lectores europeos, sostiene que “gane quien gane” el balotaje, “la continuidad de las políticas de largo aliento (estabilidad macroeconómica, integración comercial, un clima amigable para las inversiones, políticas sociales activas y un Estado de bienestar fuerte) no está puesta en cuestión”.

La verdad es que, analizando esta campaña con la mayor objetividad y de la manera más desapasionada posible, uno se siente tentado de solicitar a estos opinantes que corten con tanta dulzura.

Para empezar, es absolutamente falso que el Frente Amplio actual sea una expresión de centroizquierda. Andrés Danza tendría que recordar la respuesta que le dio Yamandú Orsi a una pregunta que él mismo le hizo sobre marxismo-leninismo, en un reciente desayuno de Búsqueda. Palabras más, palabras menos, el candidato dijo en aquel momento que había aprendido la importancia del concepto de lucha de clases como “una herramienta para entender la realidad”. Habría que refrescar la nómina de los senadores del MPP que asumirán el 15 de febrero, para ver allí nombres que si por algo se destacaron en los últimos años, ha sido por defender los delirios castristas y chavistas y por oponerse a todas y cada una de las reformas propuestas por el gobierno. A Queirolo habría que preguntarle si puede adjetivar como “centro” a un partido que en sus Bases Programáticas ha manifestado abiertamente que tirará para atrás la transformación educativa, a través de un congreso nacional de Educación como el del primer gobierno de Vázquez, pero cuyos resultados serán “políticamente vinculantes”. Consultarle si es tan centrista nacionalizar las AFAP, como lo postulan en esas mismas Bases y lo reiteran ahora alegremente, aclarando apenas que lo dicen “con ironía”. (Muy graciosa la reciente reculada del presidente del FA Fernando Pereira: “habrá que ver la manera para que las AFAP no tengan tanto lucro”).

Hay un más que evidente gatopardismo en los analistas que desprecian estas evidencias y juegan a “atchugarrizar” a un candidato como Orsi, que no tiene ni sus credenciales intelectuales ni su intachable apego al republicanismo liberal. O “batllistizar” a un Frente Amplio que, en lugar de retornar a las aguas calmas del astorismo, ahora coquetea con los aumentos de impuestos o las recetas populistas más demagógicas y vergonzantes.

Resulta muy reveladora esta conjura académica para edulcorar el extremismo irracional del FA, justo en momentos en que ese partido debe conquistar -más que dificultosamente- votos centristas. Compran la adhesión tardía de un dirigente blanco y una colorada absolutamente marginales, que casualmente son los mismos que ellos habían criticado, al primero por una desastrosa gestión al frente de Canal 5 y a la segunda por su risible carencia retórica en una entrevista televisiva.

Ahora, sabiéndose incapaces de demostrar que su candidato ofrece una propuesta mejor, tratan de pasterizarlo diciendo que los dos son lo mismo.

No lo son. Y la gente lo sabe.

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