Crisis de liderazgo

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Se van revelando las cartas con las que jugará el nuevo gobierno liderado por Yamandú Orsi. El listado de nombres conocido muestran al menos tres cosas muy claras; primero se trata de un gobierno para hacer la plancha en los temas de fondo y hacer guiños simbólicos a la izquierda. Segundo, las designaciones muestran la brutal crisis de liderazgo que vive la izquierda uruguaya. Tercero y último, las designaciones reafirman vínculos carnales ya obvios del Frente Amplio para con buena parte del periodismo y la fiscalía.

Para nadie que siga la realidad con atención, y haya captado el sentido común del Presidente electo, es una sorpresa que él no se caracteriza por sus convicciones profundas. Sobre los temas de fondo de Orsi no hay que esperar mucho más que evaluar, analizar, establecer grupos de trabajo y convocatorias amplias pero sin ir nunca al hueso con ningún tema. Ganó una persona que durante toda la campaña habló a favor del bien y en contra del mal, sin mojarse en ningún tema relevante. Pero más aún, esa actitud era honesta y no impostada. “El Yama” diciendo a cualquier idea que “está bueno eso” o que hay “que pensarlo bien” es el verdadero, él cree que se gobierna así. Y no, gobernar es decidir y patear algún hormiguero.

La gran mayoría de los designados van por esa línea. Quizás la confesión más descarnada de que nada va a pasar son las declaraciones de las futuras autoridades de la educación: “no vamos a refundar nada”, “el congreso de la educación tiene que jugar un rol muy importante” y claro se necesita “un diálogo muy amplio”. A esta apología al status quo se le agregan los guiños tradicionales: el reclamo de más presupuesto y la vuelta de los docentes (en realidad de los sindicatos) a todos los consejos de ANEP. A quien quiera deprimirse con el rumbo de la educación los próximos años lo invito a escuchar a Mahía en Desayunos Informales explicando porque decir que “el congreso de la educación es vinculante” no quiere decir lo que dice y siendo incapaz de dar una sola precisión sobre el nuevo rumbo.

Los equipos se hacen a imagen de sus líderes, es por eso que de este gobierno que comienza hay que esperar mucho diálogo, gestos de izquierda y ningún abordaje profundo de los grandes problemas del país. Oddone intentará alguna cosa en los primeros meses para luego tener que decidir qué hace con su frustración, si se queda o se va.

La segunda gran confesión de las designaciones de Orsi es la brutal crisis de cuadros de liderazgo político que tiene el Frente Amplio. Tan solo cerrar los ojos y recordar con qué material armó el gabinete el primer gobierno del Frente Amplio hace 20 años y con cuál lo hace hoy Yamandú Orsi muestra las diferencias astronómicas. El equipo que asume el 1 de marzo se armó con dirigentes políticos de segunda línea (casi ningún líder de sector) y se rellenó con “outsiders”. Dentro de estos, sacando el caso de Gabriel Oddone, se destacan los periodistas y fiscales. En este caso lo más emblemático es el Ministerio del Interior, armar el equipo era muy difícil ante la ausencia total de cuadros frenteamplistas que no fueran los culpables de haber duplicado homicidios y triplicado rapiñas en plena bonanza económica. Es por eso que se optó por recauchutar un equipo de trabajo que mezcla a los menos quemados de los fracasos anteriores sumando como Ministro a un empleado de Jorge Díaz en fiscalía más algún cuadro técnico que permanece de este gobierno. De cada pueblo un paisano.

Vinculado a esta crisis de cuadros políticos es que surge la tercera gran confesión de las designaciones: como tantos en fiscalía y en el periodismo cruzan la puerta de la sede de la calle San José con total naturalidad. Nadie está de verdad sorprendido que quien manejó la fiscalía a sus anchas, premiando y castigando a todos los fiscales a discreción sea hoy prosecretario de Presidencia y potencial Ministro del Frente Amplio. No es que sea una gran sorpresa el vínculo del FA con la fiscalía y el periodismo, lo que sí sería bueno es que los dirigentes de la izquierda nos ahorren en adelante el incómodo momento de escucharlos enarbolar teorías conspirativas sobre cómo la justicia y los medios juegan en contra de ellos.

Estamos ante uno de los Presidentes menos empoderados y gabinete más improvisados en décadas. Debemos esperar muy pocas cosas de fondo y muchos gestos y convocatorias al diálogo. Escuchando a los nuevos jerarcas rara vez uno siente la determinación y la visión necesarias para transformar realidades. Todo indica que se vienen años de profunda mediocridad sin ningún intento serio de desafiar la inercia.

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