Cuidado con confiarse

Con el fin de la semana de turismo la política pondrá foco en sus 19 elecciones departamentales y sus decenas de elecciones de municipios. Es un ejercicio para el cual los partidos y la ciudadanía llegan cansados, pero que cierra el ciclo electoral hasta dentro de cuatro años. Para el caso, y de alguna forma como compensación por la derrota sufrida en 2024, los datos que se van conociendo permiten pensar que a los partidos de la Coalición Republicana (CR) no les irá mal en esta instancia de mayo.

En efecto, los analistas están viendo algo sobre lo cual ya se expresó el propio presidente Orsi hace algunas semanas: probablemente haya muchos uruguayos que festejen dos veces, es decir, con la victoria de Orsi en 2024, pero también con un triunfo de algún candidato a intendente del Partido Nacional (o del Partido Colorado, sobre todo en Rivera) en el Interior. El vigor de la competencia blanca y la inserción social de ese partido se hace muy fuerte en esta instancia, y muy probablemente en la inmensa mayoría de las 15 intendencias que gobiernan, los blancos se mantengan en el poder. Además, en algunos casos importantes como Durazno o Colonia, por ejemplo, esos triunfos vendrán acompañados de una renovación dirigencial y generacional muy importante, que terminará también favoreciendo el natural dinamismo electoral blanco en esos lugares que son sus bastiones históricos desde hace décadas.

A menos de tres semanas de las elecciones hay una visión optimista que con buen olfato dice lo siguiente: los blancos ganarán al menos 14 de las 15 intendencias - el caso complicado es Río Negro, por una fuerte competencia que puso en juego allí el Partido Colorado y por no comparecer bajo el lema de la CR -, y muy probablemente la coalición termine ganando en Salto, y votando mejor que en la instancia de 2020 en Montevideo. Si ese fuera efectivamente el resultado de mayo, habría un balance muy similar al departamental de hace cinco años, pero con un enroque electoralmente beneficioso para los partidos de la CR -ya que la circunscripción salteña es más numerosa que la rionegrense-, y además con una mayor presencia capitalina -incluso con un ilusionante triunfo que podrá gestarse en estas tres semanas de campaña en Montevideo-. Todo esto dejaría así bien armada a la actual oposición de cara a las instancias del próximo ciclo electoral que arrancará en 2029.

Es evidente que falta aún que la gente vote y que por mucha previsión electoral que se haga siempre puede haber alguna sorpresa. Sin embargo, esta perspectiva relativamente halagüeña para la CR, que de alguna forma también dio a entender el comentario presidencial de hace unos días, debiera de llamar la atención a los actuales dirigentes opositores en el sentido de marcar que se asentará un statu quo electoral muy importante.

En efecto, si realmente el escenario de 2025 termina siendo prácticamente idéntico que el de 2020, en realidad lo que el pueblo uruguayo estará diciendo es que, así como está, se ve conforme con la situación de gobierno, tanto nacional como departamental. No solamente por el amplio triunfo de balotaje de Orsi, sino también porque, en general y sacando un par de excepciones, no resulta que precise conducir alternancias en el poder. A los efectos, por ejemplo, de lo que ocurre en Montevideo, la señal que se estaría así dando sería muy negativa para la actual oposición.

Es que hay una diferencia radical entre lo que puede ser la continuidad de gobierno en Durazno, Flores o Colonia, por ejemplo, con lo que ocurre en Montevideo: si bien en todos los casos un triunfo del actual partido gobernante en la intendencia implica interpretar una aceptación del signo general de administración por parte de los vecinos, para los tres primeros casos alcanza con vivir en esos departamentos para saber que los servicios municipales funcionan y que la intendencia cumple bien con sus tareas. Para el caso de la capital, que es donde votan aproximadamente el 40% de los uruguayos, sería tremendo que los resultados fueran similares a los de cinco años atrás, porque el fracaso del Frente Amplio (FA) allí es tan visible como asombroso.

Hay que tener cuidado de quedarse confiados con el resultado de mayo por parte de los partidos de la CR, si es que en un análisis global terminan mejor parados que en 2020. Porque aquello de que la gente puede llegar a “festejar dos veces” señala una ventaja tácita para el FA muy grande; y porque un triunfo del FA en este Montevideo implicaría allí un peso identitario que ya sería casi que religioso.

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