Esta semana se conoció el nuevo dato del Instituto Nacional de Estadística sobre la pobreza en nuestro país, lo que ha desatado un debate teñido por el calor de la campaña bastante inconducente. Lejos de preocuparse por cómo mejorar realmente la situación de las personas con necesidades básicas insatisfechas en Uruguay las declaraciones en prensa y redes sociales de la oposición se han centrado en atacar al gobierno olvidando su legado y queriendo sacar un rédito político mezquino de un tema que requiere altura de miras y propuestas profesionales.
Los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística mostraron que la pobreza en 2023 se mantuvo estable respecto al año anterior, pero más aún que se mantiene en niveles muy similares desde hace más de una década. En efecto, la estimación puntual de personas bajo la línea de pobreza fue de 10,1% y en hogares, fue de 7,0%, pero al analizar los datos de más largo plazo encontramos que el porcentaje de personas bajo la línea de pobreza se encuentra en el entorno del 10% hace una década. Superada la suba de la pandemia, el dato se ha reducido en los últimos años y hemos vuelto a los niveles que a esta altura podemos describir como estructurales.
Quizá uno de los elementos que más pueda llamar la atención de estos datos es cómo la pobreza se mantiene inalterada ante el excelente desempeño del mercado de trabajo en los últimos años, la creación de más de 70.000 empleos en comparación con 2019 y el crecimiento de la masa salarial en 2022 por primera vez en diez años tanto por el incremento del empleo como del salario real.
Lo que debemos concluir es que hay un conjunto de compatriotas cuyos ingresos no dependen del mercado laboral y un núcleo duro de pobreza que no se revierte con la mejora de la actividad económica y la creación de empleo.
Evidentemente esto requiere otro tipo de políticas de largo plazo que ataquen los problemas de fondo y no los indicadores. Aquí, en realidad, al analizar las políticas llevadas adelante por el actual gobierno efectivamente nos encontramos ante un acto de responsabilidad antes que uno de demagogia electoral; las políticas de desarrollo social están enfocadas en mejorar el problema de raíz, no en maquillar los números y, por lo tanto, los resultados no se obtienen de un semestre para el otro. Tanto los nuevos planes de empleo, de inserción laboral, de reinserción para privados de libertad, el bono crianza y otras iniciativas para la primera infancia, la inversión en vivienda para erradicar asentamientos y tantas otras iniciativas que buscan cambiar un índice monetario, procuran cambiarle la vida en serio a la población más vulnerable.
Muchos dislates se han dicho por parte de políticos y opinólogos que entienden poco del tema. Amén de lo que expresaron Orsi, Cosse y demás candidatos y dirigentes frentistas, que es olvidable y solo entendible en términos de una campaña en que parece que solo rinden los golpes y cuantos más bajos mejor, existen otras opiniones que llaman más la atención. La autoridad de una universidad privada escribió en la red X: “Incremento de pobreza a 10,1% desde 8,8% precovid, es explicado no por no haber alcanzado y superado los niveles de actividad, sino por un aumento de la desigualdad. (Gini va de 39,7 a 40,8 @WorldBank data 2023).”
Esto, sin incurrir en la adjudicación de intenciones que no corresponde, demuestra que se entiende poco de pobreza y menos de matemática. La desigualdad puede aumentar y la pobreza bajar, alcanza con que mejore la situación de los más ricos más que de los más pobres por ejemplo, o también puede mejorar la desigualdad con un aumento de la pobreza, alcanza con que la situación de los más ricos empeore más que la de los más pobres. En fin, es una pena que el clima de campaña envuelva incluso a quienes desde cargos pretendidamente técnicos opinan sin el menor desparpajo y con enorme desconocimiento sobre temas tan sensibles.
En definitiva estamos ante un tema muy importante en el que al país le ha costado avanzar históricamente. Verlo desde un prisma político-partidario ayuda muy poco. Debemos reconocer que esto no se mejora toqueteando índices, como cuando el Frente Amplio bajaba el IPC reduciendo el costo del 5 de oro. Debe trabajarse con políticas de largo plazo como las que ha puesto en marcha el Mides en estos años. Y, fundamentalmente, asumiendo el compromiso de que los recursos adicionales que existan deben ir prioritariamente a la primera infancia antes que a cualquier otro destino.