El Pit-Cnt propone una reforma constitucional para eliminar las AFAP y fijar la edad de jubilación en 60 años. No solo van por dejar sin efecto algunas de las transformaciones de la ley previsional recientemente votada, sino que además agregan la eliminación de las instituciones mencionadas. Resumidas cuentas: que en la Constitución de la República se perpetre la confiscación de los ahorros individuales. Será, de aprobarse, el primer ejemplo de un país que constitucionaliza un robo, el de los ahorros de los trabajadores. No hay que andar con mucho gre-gre para decir Gregorio.
Establecerá, también, algo muy particular, fijará como precepto constitucional la edad de retiro en sentido contrario a lo que la biología y la ciencia, con su dinámica propia, vienen deparando para beneficio de todos en materia de esperanza de vida. Fijará con criterio casi que inamovible (se requeriría otra reforma constitucional que lo cambie), que lo que es una característica demográfica de nuestra población actual, que es que en nuestro país se vive más años y con mejor calidad de vida, no debe ser tenido en cuenta para las cambios laborales ni previsionales.
En Uruguay se ha prolongado la esperanza de vida, lo que es una buena noticia, pero cada vez nacen menos niños, lo que es obviamente una muy mala cosa. El problema más importante que tenemos como Nación es el demográfico. Nos vamos envejeciendo como población, con las consecuencias sociales que esto tiene y que hay que atender con las políticas públicas. En la década de los noventa se producían aproximadamente 55.000 nacimientos al año mientras que en 2022, y como tendencia que se confirma gravemente, nacieron 33.000.
¿Cómo se financia un sistema previsional donde cada vez habrá menos activos para financiar cada vez más pasivos y por más tiempo? Solo la demagogia y el populismo más barato pueden negar esto.
Durante los gobiernos del FA el propio presidente Mujica decía que había que reformar la seguridad social. ¡Hasta él! El exministro Astori lo pedía a gritos, Vázquez también. Nunca lo hicieron, no se animaron. No tuvieron el coraje político para enfrentar el palo en la rueda sindical. El gremio de funcionarios del BPS, y otros del Pit-Cnt, se pararon de punta ante cualquier eventualidad. Las corporaciones, de cualquier naturaleza, entre ellas las sindicales, se definen por su egoísmo genético. La vida pasa para ellos por sus intereses y sus bolsillos. Si el sistema previsional colapsa, como colapsará si no se reforma, que se embromen los uruguayos, porque ellos tendrán sus sueldos asegurados y sus dietas sindicales cubiertas.
Tuvimos 15 años de poder sindical-político de izquierda. El gobierno fue una escribanía de los gremios. Decidía el PIT y firmaba el Poder Ejecutivo. Por eso no hubo reforma previsional, no se llevó adelante ninguna reforma educativa a pesar de que todos reconocíamos que era imprescindible, y fue el auge de las ONG “compañeras”, donde muchas de ellas terminaron siendo sellos de intermediación económica y financiera que usaban plata pública con destinos políticos. Era la industria de las ONG.
A partir del primero de marzo del 2020 la normalidad, increíblemente, es lo normal. Perogrullo agradecido. Gobierna el gobierno y no el Pit-Cnt. Tan sencillo, democrático y constitucional como eso.
Que los ahorros de los trabajadores en las AFAP sean confiscados para ser puestos en una bolsa común, donde se licúan, y serán administrados, en los hechos, por los sindicatos, porque volverán a un sistema cooptado por los gremios es, sencillamente, un robo… constitucional. Los que fundieron Ancap ahora van por las jubilaciones y las pensiones. En eso son especialistas: saben fundir plata ajena.
La coalición republicana hizo lo que se comprometió en campaña y lo que la realidad y el futuro de las nuevas generaciones exigen, que es garantizar la vigencia y la salud del sistema previsional. La demagogia y el populismo sindical-político ahora quiere hacer lo que no hizo en 15 años durante los cuales gobernaron y no eliminaron las AFAP. ¿No eran la quintaesencia del mal? Son muy obvios.
La reforma constitucional planteada es un engendro típico de un socialismo lleno de telarañas. O tenemos una previsión social socialista o una solidaria, como la que el gobierno propuso y la coalición republicana consensuó y votó.
No toleran, que es lo que está en juego, que el poder haya salido de las asambleas gremiales y haya vuelto a la soberanía popular. Manda el pueblo y no el gremio.