Los énfasis en los temas de campaña que pasarán a ser relevantes en los próximos meses serán mejor entendidos si tenemos clara la teoría de los círculos concéntricos de interés ciudadano sobre el centro de atención de la actividad política.
En efecto, supongamos que la política es el punto central en una hoja. A partir de allí, debemos imaginar que podemos trazar con un compás por lo menos cuatro círculos concéntricos cada vez más amplios. El primer círculo más pequeño, formado por unos pocos miles de personas, es el que vive la política intensamente: conoce los detalles de las decisiones, sus procesos y sus consecuencias previsibles en tal o cual dimensión de la vida del país. Hay un segundo círculo, integrado por decenas de miles de personas, que siguen con atención lo que ocurre en política. Tienen sus ideas formadas sobre las noticias que le llegan, y también muestran sus preferencias valóricas y sus adhesiones políticas bien claras: sienten la política y forman así una minoría activa de carácter intenso, como la definía el famoso politólogo italiano Giovanni Sartori.
Esos dos grupos son el corazón de la política. Son los primeros dos círculos concéntricos, más estrechos con relación a los otros dos que les siguen, pero muy importantes en la presencia y en la actividad con las que se nutren los partidos. En este sentido entonces, sus visiones y sus convicciones están sobrerrepresentadas en el mundo político con respecto al resto de la ciudadanía, que claramente no presta tanta atención a estos asuntos y que además son las grandes mayorías nacionales.
La izquierda con su plebiscito le está hablando hoy solamente a una minoría intensa y politizada, y cualquiera que entienda sabe que todo su discurso actual es nefasto para sus intereses electorales.
Esas grandes mayorías forman así dos grupos concéntricos más. Por un lado, está el tercer círculo: integrado por gente relativamente informada, puede llegar a tener incluso adhesiones claras, pero su vida se articula también en torno de otros intereses y preferencias diferentes a la política. Por otro lado, está el cuarto círculo concéntrico, que es el mayor, para el cual la política es mucho menos importante que otras actividades. Le presta atención esporádicamente y en función de grandes acontecimientos nacionales, como por ejemplo las elecciones obligatorias. Dentro de ese gran círculo concéntrico está, por ejemplo, el aproximadamente 50% del total de ciudadanos que no participa de las elecciones internas y simultáneas de los partidos: una abstención que es absolutamente impensada para los dos primeros círculos más estrechos, que no sólo votan en esas elecciones, sino que además son sus principales protagonistas.
En general, es cierto que Uruguay tiene comparativamente un alto grado de politización, que se traduce, por ejemplo, en una fuerte participación comparada en elecciones internas cuando ellas no son obligatorias, o en una amplia y estable filiación partidaria que no varía mucho en períodos inter-electorales. Pero esa gran politización muchas veces confunde a quienes integran los dos primeros círculos concéntricos, porque le distorsionan la realidad al punto de hacerlos olvidar de que, en verdad, el círculo de ciudadanos más amplio y numeroso sigue siendo el menos politizado de todos.
Así las cosas, la recolección de firmas de parte de la izquierda para el plebiscito sobre la seguridad social atañe sobre todo al sector izquierdo de los dos primeros círculos y algo del tercero. Como el umbral de firmas no es tan alto (270.000), es claro que la izquierda lo alcanzará y que el plebiscito se hará pues en octubre de 2024. Pero allí es donde entra a jugar el protagonismo del cuarto círculo ciudadano: será recién dentro de un año que este le prestará realmente atención a lo que le estará proponiendo una buena parte de la izquierda sobre la reforma de la seguridad social. Y será en esa coyuntura que los partidos de la Coalición Republicana deberán dejar claro, para todos, que se trata de una propuesta demagógica e irresponsable.
Las elecciones nacionales no se ganan empatizando con el primer y el segundo círculo. Se ganan seduciendo a las grandes mayorías nacionales, que son las del tercer y sobre todo cuarto círculo. La izquierda con su plebiscito le está hablando hoy solamente a una minoría intensa y politizada, y cualquiera que entienda de política sabe que todo su discurso actual es nefasto para sus intereses electorales en la instancia de consulta ciudadana general de la primavera de 2024.
Es por todo ello que para cuando llegue el momento de definición de su discurso proselitista del año próximo, el oficialismo debe tener muy clara la teoría de los círculos concéntricos.