Le asiste razón al presidente de la Confederación de Cámaras Empresariales y también al presidente de la Unión de Exportadores cuando alertan sobre varios nubarrones que se entrevén en el horizonte de 2024, y cuando piden al sistema político seguir trabajando sin distraerse con las elecciones y cuidando el tono republicano que nos caracteriza y diferencia del resto de la región.
Sin embargo, para ser justas, las referencias al rumbo político del país deben necesariamente hilar más fino. En efecto, detrás de los legítimos llamados de atención que se realizan desde el mundo empresarial hay que poder encontrar un diagnóstico de realidad que también resulta clave para preservar la calidad de nuestra democracia: se trata de asumir, con total naturalidad, que no es lo mismo el rumbo que ha planteado la Coalición Republicana ICR) en el gobierno actual que el que llevó adelante el Frente Amplio (FA) durante quince años y quiere volver a llevar.
Cuando se señala esta radical diferencia siempre aparecen los cultores del consenso, por lo general economistas, que gustan encontrar similitudes entre los gobiernos de distintos signos políticos. Refieren, por ejemplo, al manejo responsable que todos hicieron de la emisión y plazos de la deuda pública; al déficit fiscal que nunca termina de poder achicarse radicalmente; y, en general, a una especie de talante uruguayo amortiguado, por tomar el adjetivo célebre de Real de Azúa, que hace que por mucho que gane uno u otro, en realidad el barco nacional nunca avanza con cambios bruscos de timón. Empero, detrás de esas similitudes innegables existen diferencias muy relevantes que ni los tibios cultures del consenso debieran relativizar, ni los representantes del mundo empresarial y exportador debieran de disimular.
En primer lugar, en cuanto a la inserción internacional: resulta que a este gobierno de la CR se le exige más resultados concretos, ¡pero es el que más resultados ha obtenido en la materia en veinte años! Hay que repasar lo ocurrido y ver cómo actuó cada uno: el tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos, que estaba al alcance de la mano, fue boicoteado en 2006 por el FA; el TLC con Chile, aprobado en la segunda administración Vázquez, se pudo sacar adelante por los votos de blancos, colorados e independiente en el Senado; y de manera general, la política de inserción del FA siempre estuvo alineada a los intereses de Argentina y Brasil: hoy, el favorito para ganar la interna del FA, Orsi, dijo que consideraba a Alberto Fernández un “clase A” de la política.
Del otro lado, el gobierno de la CR logró cambios importantes. Dos ejemplos concretos: en lo que refiere a la producción de nuestras zonas francas y su ingreso al Brasil; en los avances comerciales sustantivos con China y con Estados Unidos. Pero, ¿acaso no saben los empresarios que las voces más críticas de la apertura con China están dentro de la izquierda, ya sea política en el FA o ya sea sindical en el Pit- Cnt? ¿Acaso no fueron dirigentes del FA quienes señalaron, al momento en que el gobierno avanzó grandemente con China en 2021, que había que tener en cuenta los intereses de nuestros poderosos vecinos, que es exactamente lo que el ahora ex -presidente Fernández sugirió a Pekín para impedir que China cerrara con Uruguay un TLC bilateral?
En segundo lugar, en cuanto al tono de la campaña: la advertencia de los empresarios es injusta si nada dice, en paralelo, sobre la campaña de mentiras fenomenales que ha pautado la acción del FA en estos años de gobierno de la CR. El ejemplo más claro fue, seguramente, la campaña por el referéndum de marzo de 2022. Pero, hoy en día, el FA sigue diciendo que el Estado está ausente; que la pobreza ha aumentado; que los salarios han bajado; o que la desigualdad es mayor a 2019: todas absolutas mentiras si nos atenemos a los datos estadísticos públicos que cualquiera tiene al alcance de su mano, incluso los empresarios que critican el tono del debate político. Y siendo así las cosas, ¿no debiera de exigirse, para preservar la calidad del debate, que una de las partes, en concreto el FA, se expresara con la verdad y no mintiendo descaradamente con lo que está ocurriendo con la economía y la sociedad del país?
Hacen bien los empresarios en marcar sus aspiraciones y sus preocupaciones. Pero es injusto tratar a todo el sistema político de la misma forma, ya que existen diferencias contundentes entre la CR y el FA. Para mejorar la calidad democrática, esas diferencias deben ser aceptadas y no ocultadas.