Una de las mentiras más extendidas de parte de la campaña antigubernamental de la izquierda que lleva meses, es que el gobierno de la Coalición Republicana (CR) no ha atendido como se debe la situación de la primera infancia.
El principal argumento que expone la izquierda para afirmar tal cosa es que la pobreza infantil es más alta que la de toda la población, y que aumentó entre el segundo semestre de 2021 y el primer semestre de 2022, pasando de 21% a 22,5% del total de los niños menores de 6 años de edad. Además, agregan, en 2019 el Frente Amplio (FA) la dejó en 17%, y ya en 2020 había subido a 21,3%.
Hay una parte evidente de mala fe en la argumentación izquierdista. En efecto, criticar el aumento de la pobreza infantil en los años 2020-2022 omitiendo radicalmente la situación excepcional que se vivió en ese par de años y que respondió a la pandemia de covid-19, solo puede entenderse en el marco de una demostración de barricada sin seriedad ninguna. Infelizmente, ese nivel de trinchera grosera es al que nos tiene acostumbrados la oposición izquierdista cuando, un día sí y otro también, maneja cifras sin contexto ninguno.
Pero muchas veces hay también una profunda ignorancia de parte de esta izquierda que quiere hacer creer a la opinión pública dos cosas. Por un lado, que la cifra de 22,5% es de las peores que sufrió el país en cuanto a pobreza infantil; por el otro, que al ser ese guarismo superior al de la pobreza de toda la población, lo que hay en realidad es una desatención de la niñez de parte del gobierno nacional.
En efecto, cualquiera que conozca en profundidad del tema sabe que hace décadas que la pobreza es mayor en las franjas de edades más jóvenes, y también sabe que desde el retorno a la democracia en 1986 hubo muchos peores datos que los que presentó el primer semestre de 2022. Por poner un sólo ejemplo ocultado tras las diatribas groseras izquierdistas: hace exactamente 10 años, con el gobierno de Mujica, la pobreza era de 22,6% del total de la población en menores de 6 años, es decir, prácticamente la misma cifra por la cual, hoy, el FA dice que la CR desatiende la pobreza infantil.
La verdad es muy diferente a lo que señala la falacia zurda. En primer lugar, para enfrentar el impacto de la pandemia el gobierno aumentó las partidas de asignaciones familiares y llegó a más de 200.000 hogares en los que vivían 370.000 menores de edad. En segundo lugar, la CR dispuso un apoyo focalizado en primera infancia, que benefició a las familias con un refuerzo de unos $U2.500 por menor de entre 0 y 3 años de edad, y a embarazadas de hogares vulnerables. Llegó así con esa ayuda a unas 70.000 personas.
Hace 10 años, con el gobierno de Mujica, la pobreza era de 22,6% del total de la población en menores de 6 años, es decir, prácticamente la misma cifra por la cual, hoy, el FA dice que la Coalición Republicana desatiende la pobreza infantil.
En comparación con los refuerzos de la tarjeta Uruguay Social y las Asignaciones familiares-plan de Equidad dispuestos durante 2020, los de 2021 implicaron un aumento de cerca del 130% de los fondos destinados por el Estado. Así las cosas, no solamente no hubo ningún Estado ausente, sino que, además, ya con la pandemia terminada, el gobierno siguió priorizando la inversión pública en favor de la primera infancia.
En efecto, el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) contará con 8.000 nuevos cupos en los centros de atención a la infancia y la familia -los CAIF, que fueron creados en la primera administración Sanguinetti (1985-1990)-. Así, si bien están funcionando hoy unos 470 CAIF en todo el país, se proyecta la apertura de 40 más, 15 de ellos en la capital. Y todo esto forma parte del plan del gobierno que en 2021 decidió un refuerzo presupuestal de 50 millones de dólares por año para el ministerio de Desarrollo y para el INAU.
Los CAIF y el apoyo permanente y mayor a las familias más necesitadas en base a refuerzos presupuestales concretos e importantes, son la respuesta que la CR presentó frente a un doble desafío. Por un lado, el conocido fenómeno de la pobreza infantil de proporciones mayores a las del resto de la población, que se arrastra por décadas y que viene hipotecando el futuro de nuestra integración social. Por otro lado, la urgencia que impusieron las consecuencias de la pandemia en las familias más vulnerables que, o bien ya sufrían de situaciones de pobreza e indigencia, o bien estaban en un umbral muy frágil y terminaron de caer en la pobreza con el vendaval económico del covid-19. Es muy importante que todos en la CR tengan clara consciencia de los esfuerzos que se están llevando adelante en favor de la primera infancia. La opinión pública no debe dejarse engañar por esta vergonzosa campaña de mentiras de la izquierda.