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Cuando se habla del crecimiento del liberalismo en Iberoamérica, cuando se comenta sobre la forma en que las ideas de la libertad están “prendiendo” en la juventud, y ocupando en las mentes rebeldes el espacio que supo ocupar por generaciones el socialismo, hay un referente ineludible para entender este proceso; Antonio Escohotado.
Es por eso que el fallecimiento esta semana del viejo profesor español, ha tenido un impacto tan grande. La obra de Escohotado es de una densidad y profundidad inabarcable. Algo de lo que dieron fe los que siguieron sus conferencias en Montevideo hace unos años, donde habló desde la barbarie azteca, hasta la historia de los pioneros religiosos en EE.UU.. Pero dos temas marcaron su periplo intelectual más que nada.
El primero, las drogas y su vínculo con las sociedades modernas. Publicado en 1983, en pleno auge del prohibicionismo, la “Historia general de las drogas” es una obra mastodóntica que narra en detalle desde los primeros registros de experimentación con sustancias alterantes de la percepción, hasta los absurdos extremismos que llevaron a su ilegalización, y al genocidio conocido como la “guerra contra las drogas”.
En aquellos tiempos, la postura profundamente liberal de Escohotado en este tema, generó enorme polémica, e incluso motivó que un juez argentino (¡cuando no!) quisiera meterlo preso. El paso de los años demostró que Escohotado tenía razón en sus planteos, y hoy el mundo va virando en dirección a sus ideas. Aunque siga tropezando con las miradas colectivistas, como la que animó nuestra ley de estatización de la marihuana, a la que Don Antonio calificó sin medias tintas como “una ridiculez”.
El otro gran tema que animó la curiosidad intelectual de Escohotado, y su prédica combativa en los últimos años, fue la lucha contra el marxismo. Ese fue el tema de fondo de su último gran trabajo, titulado “Los enemigos del comercio”, donde de forma exhaustiva y sin contemplaciones, explica como la reacción contra la revolución industrial y el crecimiento en influencia de las burguesías en Europa, provocó el desarrollo de ideas como el comunismo, que convierten al comercio, y al libre intercambio en la sociedad, en un enemigo a destruir.
Esta batalla final de su vida intelectual permite valorar en toda su dimensión la estatura ética y filosófica del viejo profesor español.
Por un lado, porque implicó cuestionarse sus propios dogmas. Escohotado, como todo intelectual de su época, había coqueteado con el comunismo en su juventud, y llegó a planificar ir a Vietnam a pelear contra la presencia militar de Estados Unidos. Pero eso no le impidió que sus estudios y experiencias le hicieran cambiar de opinión, y en sus últimos años fue sin dudas el gran azote intelectual de los socialismos en España y América Latina.
El fallecimiento de Antonio Escohotado nos estimula a valorar el aporte de un intelectual, que sembró en España y América Latina la semilla de un verdadero liberalismo, cuyos frutos ya se empiezan a cosechar.
Por otro, porque llegando a las ocho décadas, fue un pionero en usar internet como plataforma para la difusión de sus ideas. En vez de avinagrarse por los cambios, y quedarse rumiando en su biblioteca contra los jóvenes que no leen dos páginas, se puso a la vanguardia de un movimiento de difusión de ideas en youtube, en las redes sociales, y así construyó un legado, que hoy está floreciendo en muchos países de habla hispana.
En su visita a Uruguay, en una entrevista con El País se preguntó a Escohotado su opinión sobre la mirada luctuosa que muchos jóvenes y activistas tienen de la marcha del mundo, con los cambios tecnológicos, el calentamiento global, y otras amenazas. Su respuesta fue: “El gran camelo es este. Como el mundo no va donde algunas personas, intelectuales y artistas quisieran que fuese, que tampoco tienen una idea muy clara de a dónde querrían que vaya. Porque todas estas personas tienen en común ser muy frívolas intelectualmente, entonces la contrariedad de estas personas por no ser los reyes del planeta, se manifiesta en signos como “hay una conjura de ricos para acabar con la humanidad”, “el planeta se está consumiendo”, “todo va fatal”. “Aquí, una vez más, hay que contraponer el alarmismo agorero catastrofista a la maravillosa realidad de que al fin gracias a internet, ya tenemos la inteligencia objetiva funcionando. Y esto es la mejor noticia que ha tenido la humanidad desde que descubrió el fuego”.
Escohotado despreciaba la noción de “intelectual comprometido”, pero con estas definiciones dejaba en claro el verdadero rol de un profesor. Desafiar los dogmas, incluso los propios, para ayudar a toda la sociedad a caminar de manera segura hacia el futuro.
Su aporte se va a extrañar, pero sus ideas fueron sembradas en terreno fértil.