Frente Amplio radicalizado

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Uno de los resultados claves de las elecciones del 27 de octubre fue la configuración de fuerzas internas del Frente Amplio (FA) y el peso mayoritario que terminó teniendo el perfil más radical en su votación.

En primer lugar, hay un dato estadístico que condiciona a todo el FA: casi dos de cada tres de sus votantes ensobraron la papeleta de la reforma constitucional de la seguridad social. La dirigente tupamara Topolansky señaló que esa división interna conspiró contra la unidad de la izquierda. En cualquier caso, lo cierto es que si el plebiscito terminó no aprobándose fue gracias a la responsabilidad de los votantes de la Coalición Republicana (CR), y no por causa de la posición de quienes llamaron a votar al No dentro del FA.

Además, quedó claro que quienes apoyaron el Sí en el FA y en el Pit- Cnt insistirán en ir contra las Afaps si la presidencia termina en manos de Orsi. El asunto es bien importante, ya que condiciona todo el movimiento de aproximación que el FA está queriendo impulsar para seducir a votantes que no solamente no acompañaron a la izquierda el 27 de octubre, sino que además apoyaron a partidos que conforman la CR. En efecto, ¿qué credibilidad puede tener Orsi en un discurso más moderado, cuando dos tercios de sus votantes votó el Sí y cuando al menos tres de los dieciséis senadores del FA prefieren “priorizar otros temas” antes que el gobierno, como criticara Topolansky? La respuesta es sencilla: ninguna. Orsi está condicionado por el sector del Sí dentro del FA y por ese apoyo mayoritario a la papeleta blanca de la reforma constitucional.

En segundo lugar, la configuración de fuerzas internas del FA quedó totalmente desbalanceada en favor del Movimiento de Participación Popular (MPP). Cuando se revisan los nombres de los que efectivamente ocuparán los lugares relevantes del MPP en el Parlamento, cualquiera se da cuenta de que detrás de figuras que pretendieron ser más moderadas -como las senadoras electas Lustemberg o Rodríguez-, se alinean militantes izquierdistas más rancios, como Sabini, Caggiani o Lazo, por ejemplo, cuyos perfiles ideológicos nada tienen que envidiar a los de Andrade, Moreira o Civila.

La clave es darse cuenta de que la bancada aparentemente homogénea del FA en Senadores porta consigo en realidad un alineamiento izquierdista mucho más radical que lo que el edulcorado discurso de Orsi pretende ofertar para la instancia del balotaje. En definitiva, hay una real similitud entre ese perfil más izquierdista aguerrido y la mayoría de los votantes del FA que fueron los que acompañaron al Sí de la papeleta blanca.

Y es justamente ese potente perfil más radical el que lleva a que todo el FA no pueda presentarse con credibilidad a acordar políticas más moderadas con representantes de otros partidos en la Cámara baja.

Lo cierto es que hay una especie de grieta interna dentro del FA que apenas se disimula. Por un lado, están quienes sostienen un discurso más radical que, claro está, tiene éxito dentro de la izquierda. Los izquierdistas más radicales son así mucho más numerosos de lo que el FA quiere hacernos creer. Por otro lado, parte de los militantes de siempre del MPP presentan coincidencias ideológicas relevantes con los partidos y sectores más duros, y conforman así un perfil ideológico alejado de lo que podría llamarse la izquierda más moderada que el FA precisa mostrar para tratar de ganar adhesiones de cara al balotaje.

Es por ello un profundo error suponer que una apertura del FA buscando mayorías en Diputados con votos de otros partidos traería consigo una moderación general del signo de un eventual gobierno de Orsi.

Ni Orsi tiene capacidad para liderar a esa ala más izquierdista del FA; ni el MPP responde a un discurso moderado; ni los votantes del FA apoyaron mayoritariamente a los representantes de esa ala identificada con el “astoribergarismo” -que quedó con una sola banca en el Senado-. La verdad es que no existe más un FA capaz de representar a una izquierda moderada. Incluso más: luego de estos resultados de octubre, ni siquiera se puede pensar que un ministerio de economía en manos de Oddone sea capaz de resistir los embates de los más radicales apoyándose en un “astoribergarismo” potente.

Es una gran mentira que la mayoría del FA en el Senado asegure una gobernabilidad razonable. Por el contrario, está dominada por un radicalismo izquierdista que el apoyo al Sí de la papeleta blanca dejó en evidencia. No hay que dejarse engañar en este mes decisivo para el balotaje.

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