Hasta siempre Carolina

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Montevideo se encuentra, desde hace ya demasiado tiempo, entre la inercia burocrática y la desidia, cada vez en peor estado. Nuestra hermosa ciudad, llena de espacios formidables y una arquitectura envidiable, he sido degradada en las últimas décadas con gobiernos municipales que la han afeado por inoperancia, ineptitud y pocas ganas de mejorarla. No debería ser tan difícil tener mejores espacios públicos, pero evidentemente la administración de Cosse que acaba de culminar formalmente no logró revertir el deterioro progresivo propio del Frente Amplio.

Finalmente Carolina Cosse presentó renuncia al cargo de intendente de Montevideo, en una de las estrategias políticas más curiosas de nuestra historia reciente. Pidió licencia para ser candidata a la presidencia, pero aceptando que iría de candidata a vicepresidenta en caso de perder la interna, lo cual vuelve el pedido de licencia un absurdo indescifrable. También la condena el archivo, ya que pidió el voto en las municipales pasadas afirmando una y otra vez que no iba a renunciar al cargo en caso de ser electa para postularse a otra posición.

En cualquier caso, su licencia y su renuncia quedaron envueltas en un episodio sumamente curioso, especialmente cuando retornó de su licencia para renunciar con un acto pomposo, fiel a su estilo imperial. La gestión de Carolina Cosse al frente de la Intendencia será recordada por su brutal incapacidad para solucionar los más elementales y salientes problemas que enfrenta nuestra ciudad. Más aún, todos y cada uno de ellos se agravaron durante estos años, como queda en evidencia al apreciar el estado de suciedad, la falta de iluminación en calles y plazas, la lamentable situación de las veredas, los pozos en las calles y, en definitiva, todo lo que hace al corazón de una gestión municipal.

No es que Cosse no haya hecho nada, la acusación sería injusta. Realizó un montón de acciones de promoción desvergonzada de su candidatura presidencial, conferencias de prensa diarias y se colgó del programa de trabajo social del gobierno nacional presentándolo como propio. También debe reconocerse que pintó de verde los semáforos, afeando aún más la ciudad, cambió la fecha de fundación de Montevideo para poder organizar recitales en el año electoral, algo bien propio de los populistas que admira en Venezuela y Argentina y puso bicisendas que generan accidentes de tránsito y los ciclistas no utilizan porque están mal diseñadas.

Montevideo evidentemente tiene su propia agenda de desarrollo que le ha sido esquiva en los últimos tiempos por la ineptitud patológica del Frente Amplio para gobernar y la ineptitud de la Coalición para presentar una alternativa de éxito electoral. Mientras el Frente Amplio sepa que gana Montevideo con una heladera, y ha habido varias en estos siete lustros frentistas, no tienen ningún incentivo para poner buenos candidatos ni para esforzarse. Que se esté pensando en Fernando Pereira como candidato actualmente da cuenta de que solo están pensando en un cambio de modelo del electrodoméstico de marras.

Un candidato serio pa-ra Montevi-deo debería presentar un plan concreto, con objetivos cuantificable y fechas determinadas para terminar con los basurales y los contenedores desbordados. Lo mismo para mejorar los tiempos del tránsito que cada vez se parece más al de la peores ciudades en la materia de América Latina. Asimismo, debería dejar de hacer un montón de tareas en que se superpone con el gobierno nacional y otras que no son prioritarias, como un gasto mal llamado “cultural” y “social” que finalmente solo sirve para financiar amigos y organizaciones amigas.

A juzgar por sus primeras declaraciones poco podemos esperar del novel intendente de Montevideo. Mauricio Zunino comenzó su gestión oficialmente (luego de la licencia de Cosse) afirmando que la culpa de la suciedad de la ciudad no se debe a la intendencia sino al gobierno nacional, algo tan ridículo que ya pinta de cuerpo y alma a una administración que seguirá con las excusas y sin mostrar ningún resultado.

Culminada su etapa al frente de la Intendencia de Montevideo sin ningún logro para mostrar y un déficit abultado, ahora Carolina Cosse quiere ser vicepresidenta de la República. Luego de ser una pésima ministra y presidenta de Antel, logró que los montevideanos la votaran, así que sus esperanzas no son del todo descaminadas. Esta vez, ante un desafío notoriamente mayor y de más relevancia para el país, los uruguayos tienen la oportunidad de poner un freno al despilfarro e incapacidad.

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