Con el avance de la transición desde el gobierno de Lacalle Pou al de Yamandú Orsi los uruguayos comenzamos a ver varias señales que muestran que una cierta cara amable de la campaña era una fachada. Estamos viendo a jerarcas frentistas torcer la realidad para acomodarla a su conveniencia, de una manera que no augura tiempos positivos.
Pongamos dos ejemplos de la última semana. Uno de un dirigente “moderado” y “seregnista” y otro de un signo bastante más extremo a la izquierda.
El senador Mario Bergara afirmó en una entrevista en radio Sarandí sobre las actuales autoridades del Ministerio de Economía que: “En mi opinión están para maquillar los números del déficit fiscal”. Bergara falta a la verdad descaradamente y sabe, como exministro de Economía, que está faltando a la verdad descaradamente. Porque sabe que no es posible en Uruguay maquillar los números de las cuentas públicas, que los datos surgen de una institucionalidad que nadie ha cuestionado jamás y que se realiza con total transparencia y de forma independiente a todo partido político.
Peor aún, quiere sembrar dudas sobre los números económicos del país, algo que podría causarle un daño severo al país.
El devenir de economista supuestamente serio impulsado por Líber Seregni a político demagógico capaz de hacer cualquier cosa por conseguir el apoyo del MPP para ser candidato a la intendencia de Montevideo, es un caso que produce enorme pena. Parece claro el abismo ético que lo separa de quienes hasta el 1 de marzo manejarán el ministerio de Economía.
Otro ejemplo de dirigente político que falta a la verdad sin ningún problema es el designado ministro de Trabajo y Seguridad Social Juan Castillo, que ha decidido inmolarse por la sangrienta y criminal narcodictadura venezolana.
Es cierto, como escribió Danilo Arbilla en su columna de ayer que no sorprende viniendo de un connotado dirigente del Partido Comunista uruguayo, un partido comprometido hasta los tuétanos con el régimen chavista, especialmente en la etapa en que el precio del petróleo volaba alto.
Castillo afirmó que a Nicolás Maduro lo eligió el pueblo de Venezuela, que es el presidente “legítimo” y que en ese país “no hay dictadura”. Esta tomadura de pelo brutal para los millones de venezolanos exiliados, incluidos los miles que viven en nuestro país, para los asesinados y torturados por el régimen, para los que actualmente están desaparecidos y sus familias demuestra un cinismo descalificador. Suele decirse que todas las opiniones son respetables y la verdad es que no lo son.
Cuando se miente tan descaradamente, cuando se desconocen las actas presentadas por el gobierno legítimamente electo de Venezuela encabezado por Edmundo González y se le sigue el juego a un torturador y asesino serial la opinión no puede respetarse.
Es muy triste para el Uruguay, que en los últimos cinco años recuperó su tradicional prestigio en foros internacionales como un defensor consistente de la democracia y los derechos humanos tener que sufrir un revés de estas características.
Desde marzo tendremos ministros que defienden dictaduras y crímenes de lesa humanidad, tan claro, tan sencillo y tan devastador como eso.
Por cierto que le corresponde a los partidos que serán oposición desde marzo interpelar al entonces ministro Castillo sin esperar ni un día por la alarma que generan sus convicciones totalitarias, algo que no puede ser admisible en Uruguay, al menos en el Uruguay con que se reconoce la enorme mayoría de los ciudadanos.
Podríamos poner más ejemplos de como desde algunos dirigentes del Frente Amplio se apela al engaño, o a la doble vara moral como método para defender lo indefendible, atacar sin argumentos y desprestigiar a nuestro país por mezquinos intereses partidarios o personales, pero con lo expuesto, por el momento alcanza.
Ante esta situación preocupante sólo resta estar muy alertas de lo que puede pasar desde el 1 de marzo y ser muy claros lo que separa a los buenos gestores de los despilfarradores, a los demócratas de los totalitarios y a los responsables de los populistas y demagogos.
Y desear que una vez que comiencen el próximo gobierno, el presidente Orsi logre encolumnar a su tropa en un camino de respeto a la verdad, y a los principios democráticos históricos que ha defendido este país.