En las últimas semanas han aparecido noticias respecto a los avances que se vienen acordando entre los partidos políticos que integran la Coalición Republicana que estarían pautando la consolidación del bloque oficialista. Pese a los presagios de los agoreros que daban corta vida a la coincidencia patriótica de los cinco partidos que han dado mayoría parlamentaria a la administración de Luis Lacalle Pou, lo cierto es que no solo se mantiene vivita y coleando sino que avanza dando pasos decididos hacia su permanencia en el tiempo.
Dos noticias en particular vienen marcando este camino. La primera es el acuerdo para presentarse con un lema común en las elecciones departamentales en aquellos departamentos que quieran hacerlo, en particular, aquellos en que la unión de los partidos republicanos es indispensable para su triunfo a nivel de la elección departamental. La derrota sufrida en Salto en las pasadas elecciones, que deparó no solo que la Coalición Republicana perdiera en el departamento del norte pese a tener más votos que el Frente Amplio sino perjudicar a sus ciudadanos con el pésimo gobierno de Andrés Lima, es el mejor ejemplo que puede ponerse en favor de la iniciativa. Seguramente también sea buena idea presentarse con lema común en las elecciones de mayo de 2025 en Montevideo, Canelones y Rocha, por ejemplo, amén de que debe ser una decisión que se tome a nivel de cada departamento respetando las realidades locales.
En cualquier caso, es un claro paso en el sentido de cimentar aún más la indispensable unión de los partidos de la Coalición, que demuestra un avance significativo en términos de la identificación de un bloque con una identidad común más allá de las legitimas y positivas identidades. Esta decisión implica planificación a largo plazo, renunciar a legítimos intereses y consolidar la alianza política que se estrenó en 2019 con todo éxito.
Por otro lado, se ha dado a conocer que varios candidatos de la Coalición Republicana están a favor de instrumentar una mesa coordinadora, o algún mecanismo similar, de forma de que exista un ámbito común de diálogo y toma de decisiones comunes entre los cinco partidos políticos. Este ámbito ha sido discutido a lo largo de los últimos años y parece una buena noticia que pueda plasmarse en el próximo período de gobierno, fruto del proceso de maduración de la concertación de partidos oficialistas. Parece sensato y necesario que pueda lograrse este avance, ya que permitirá coordinar mejor las decisiones comunes y, al mismo tiempo, administrar mejor las diferencias que puedan existir. Es, sin dudas, otra señal en la dirección correcta que debe celebrarse. Por cierto que pueden darse aún más pasos para que la identidad del bloque oficialista se consolide más. Por ejemplo, sería deseable que se acuerde que ningún partido que integre el bloque se descuelgue solo para votar algún proyecto de ley con el Frente Amplio, algo que notoriamente choca con el espíritu del acuerdo. Asimismo, sería deseable que antes de la elección de octubre de 2024 exista una manifestación conjunta en que todos los partidos declaren que apoyarán al que enfrente al Frente Amplio en la segunda vuelta electoral de noviembre.
Si, adicionalmente, pudieran acordarse unas bases programáticas comunes que dieran certezas sobre el rumbo del próximo gobierno, aún mejor, pero los procesos políticos necesitan tiempo, por lo que si los partidos políticos coalicionistas estiman que es un paso a dar más adelante debe dejarse para una próxima etapa. Sin dudas los acuerdos programáticos implican un grado de madurez aún mayor que los políticos, por lo que tampoco es necesario precipitar lo que se irá dando naturalmente con el paso de los años.
Como puede observarse, las señales son esencialmente positivas. La Coalición Republicana que estaba condenada al fracaso por los políticos frentistas y los politólogos militantes ha resultado una herramienta política formidable que ha superado todas las vicisitudes gracias a la actitud patriótica de los partidos que la integran. No solo eso, se presenta nuevamente más solida y con credenciales a la vista en la próxima elección con la posibilidad intacta de renovar la confianza electoral conseguida en octubre y noviembre de 2019 y en el referéndum de la Ley de Urgente Consideración. Es necesario incorporar al análisis esta realidad que ha cambiado para siempre el panorama político electoral del Uruguay.