La hora de la responsabilidad

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El sábado el Pit-Cnt entregó las firmas para que la Corte Electoral las cuente y determine si se realizará el plebiscito en octubre, junto con las elecciones nacionales.

Según el conteo sindical, no solo son suficientes sino que superan por mucho el número necesario, con lo cual estaría más que cubierto el descarte de aquellas que no se corresponden con el registro electoral. Habrá que esperar y ver lo que dice la Corte. Llamó la atención este jueguito casi infantil de los organizadores, de hacer creer unos días antes, que a duras penas llegaban cuando en realidad les sobraban.

Es verdad, como piensan muchos dirigentes oficialistas, que la realización del plebiscito junto con las elecciones nacionales puede entreverar las posibilidades frentistas de ganar, en la medida que no todos están de acuerdo con la consulta y algunos, aún habiendo firmado, hubieran preferido no llegar a esta instancia.

La posibilidad de que el plebiscito entorpezca la estrategia frentista es real. Hoy lo es; mañana quién sabe. En política, previsiones razonables realizadas en un momento, pueden desbarajustarse ante hechos inesperados en otro momento.

Por eso algunos insistieron que era necesario llevar una prédica contra la propuesta sindical desde hace tiempo, no solo para convencer de que no se debía firmar, sino para establecer con meridiana claridad las bondades de una ley compleja, difícil, pero equilibrada y absolutamente necesaria.

Ahora, quienes elaboraron y aprobaron en el Ejecutivo y en el Parlamento esta reforma deberán salir a defenderla con energía y convicción a lo largo y ancho del país. Es una causa que une a los partidos que integran la Coalición Republicana.

Buenos argumentos sobran; la cuestión es saber usarlos de forma tal que no solo persuada a la gente (esta sabe, por sentido común cómo son las cosas), sino que la entusiasme en una puja donde es evidente quién tiene la razón.

La irresponsabilidad del Pit-Cnt al haber promovido la consulta es gigantesca. Hay irresponsabilidad, demagogia y un desprecio a la realidad que linda en lo inmoral.

En ese lío se metió el Frente Amplio. Los que no apoyan el plebiscito, pero también los que lo apoyan, saben que de aprobarse, ningún partido podrá gobernar con equilibrio y sabiduría, si tiene que atenerse a lo que el plebiscito propone.

La hipocresía es inmensa. Lo que proponen es demencial.

Para colmo, los sindicalistas pretenden establecerlo no como una ley fácil de modificar cuando las circunstancias lo requieran, sino como una rígida reforma constitucional que avale de modo irreversible el disparate, la sustracción de ahorros y la pretensión de fundir al país y hacerle un daño irremediable a las generaciones venideras.

Los partidos de la Coalición Republicana están llamados a dar batalla y ella debe presentarse desde dos enfoques.

Por un lado, un cuestionamiento demoledor a la propuesta sindical y al hecho, absurdo por donde se lo mire, de querer darle categoría constitucional a una propuesta que autoriza el derecho a la expropiación, al robo, de los ahorros que tanta gente tiene en las AFAP. Esta es la estrategia que ya muchos de los dirigentes coalicionistas están desplegando. Y es la más fácil, por cierto.

Es el segundo enfoque el que más importa. Pues se trata de lanzar una sólida argumentación en favor de la ley para exponer sus bondades y demostrar su necesidad, sus puntos fuertes, los desastres que evita. Y destacar el coraje que tuvo este gobierno al asumir una responsabilidad que su antecesor, pese a que decía que era necesario hacerlo, eludía.

De aprobarse este plebiscito, el país sufrirá una profunda conmoción institucional y afrontará una calamidad económica.

Ningún gobierno futuro, ni frentista ni coalicionista, querrá hacerse cargo de la bomba que la central sindical pretende colocarle al país. Por eso hay algunos líderes frentistas que ponen sus reparos. Se imaginan lo tremendo que sería estar en el próximo gobierno y asumir la catástrofe que toleraron que sucediera.

Habrá que ver si los que hoy cuestionan la iniciativa del Pit-Cnt haciendo uso de la “libertad de acción”, mantienen su postura en forma pública a partir de la entrega de firmas. O si cederán ante el embate de quienes los acusarán de atacar “el campo popular”.

Esta es la hora de la responsabilidad, de tomarse en serio las cosas y de desechar los disparates sindicales. Y la responsabilidad concierne a todos, del partido que sea, si lo que importa es el futuro del país.

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