La podredura de Maduro y compañía

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Nicolás Maduro se hizo cargo de la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela tras la muerte de Hugo Chávez en marzo de 2013. Desde entonces la actual situación política y económica de Venezuela ha provocado una afluencia sin precedentes de personas migrantes y refugiados en toda la región. En junio de 2024, más de 7.77 millones de venezolanos según la ONU (casi la cuarta parte de su población) se han ido. Los países vecinos han respondido a la situación de movilidad humana con solidaridad y hospitalidad, y han mantenido en gran medida las puertas abiertas para migrantes y refugiados de Venezuela.

Hace tiempo que esta República es cada vez menos República y solo existe una parodia de democracia, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE), máximo órgano en la materia, es juez, jurado y parte; donde el Poder Judicial es cualquier cosa menos independiente; donde no existe la libertad de expresión y de prensa; donde se violan los derechos humanos, se apalean y matan estudiantes en manifestaciones y se apresan sin más a dirigentes opositores. Y Maduro ya lo dijo claro: “Quien tenga oídos que entienda, el que tenga ojos que vea clara la historia, la revolución no va a ser entregada jamás (…), gobernaré con el pueblo y en unión cívico-militar”.

Y es así. Quince días después de las elecciones, la incertidumbre sobre el futuro de Venezuela se mantiene. No porque existan dudas sobre su resultado, sino porque desde el poder se niegan a aceptarlo: Nicolás Maduro fue derrotado por paliza a impulso de María Corina Machado y el nuevo Presidente deberá ser Edmundo González Urrutia.

Y los resultados electorales se hicieron con las actas de votación en una enorme mayoría de las mesas y exhiben la realidad de los votos y no los que inventa Maduro y su CNE Son 24.532 actas, que corresponden al 81,7% del total y fueron recogidas por cientos de voluntarios organizados por la oposición, bautizados como “comanditos”.

Pero ocurre lo que siempre ha ocurrido, aunque no de una manera tan desesperada como ahora: Nicolás Maduro se empeña nuevamente en el fraude, la mentira y las amenazas para permanecer en el cargo y desconoce abiertamente la voluntad soberana del pueblo venezolano. Ha sido su estilo por años y años: al principio a través de un pajarito que era nada menos que el extinto Hugo Chávez que venía a darle una mano y, con el paso del tiempo, por la bajeza y la inmoralidad del ejército venezolano comandado por su general en jefe, Vladimir Padrino López que le ha permitido (y compartido) mantenerse en el poder solo por las armas.

Pobre Simón Bolívar. Ese ejército (o mejor dicho, su mando) no tiene un mínimo de dignidad y ni siquiera un poco de vergüenza; es tan corrupto y criminal como el propio Maduro.

El gran problema es que en Venezuela hay 31 ministros, 14 de ellos son militares. Como si fuera poco el General en Jefe del Ejército, Padrino López, ejerce ese cargo desde el año 2013 y es además Ministro del Poder Popular para la Defensa. Además, más allá de los ministros los principales mandos ocupan altos cargos públicos y privados donde despliegan tranquilamente su inmoralidad, en tanto que a la tropa esos mismos prostituidos les cuentan las mentiras del CNE y les exigen “absoluta lealtad al Comandante en Jefe y el Presidente Constitucional Nicolás Maduro”.

“Resulta ofensivo que intenten dirigirse a los efectivos militares incitándolos a desobedecer las leyes. Los comanditos son bandas criminales de cuarta generación. Estas organizaciones delictivas desataron una ola de terrorismo y actos vandálicos”, se expresa en un comunicado firmado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana leído por el gran farsante Padrino López.

El Consejo Nacional Electoral dio su veredicto en las elecciones, pero no mostró las actas. Absolutamente caprichoso y mentiroso, y así fue la crítica lapidaria del Centro Carter, invitado especialmente por Maduro como observadores de la elección.

“A pesar de que el terreno de juego era muy desigual, el pueblo venezolano fue a votar”, explicó Jeannie Lincoln, jefe de la misión de observación. “La gran irregularidad de la jornada electoral fue la falta de transparencia del CNE y la flagrante inobservancia de sus reglas de juego en cuanto a mostrar el verdadero voto del pueblo”.

El Centro Carter, explicó Lincoln, ha “analizado los números” disponibles junto a otras organizaciones y universidades y “confirma a Edmundo González Urrutia como el ganador con más del 60%” de los votos.

Pero para el observador del Partido Comunista uruguayo, Venezuela tiene un sistema electoral estupendo que “ojalá lo tuviéramos en el Uruguay”. Así vamos.

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