Transición y autocrítica fueron las grandes protagonistas de esta semana posbalotaje. El presidente Lacalle Pou reunió el martes a su gabinete para recalcar que el gobierno tiene aún 95 días de gestión y que deben manejarse con la misma seriedad y transparencia que caracterizó los casi cinco años de mandato.
La ministra de Economía, Azucena Arbeleche, trasmitió el mismo mensaje que caracterizó a esta gestión que fue un ejemplo de transparencia, claridad y hacer públicos los datos. En el mismo sentido, se trasladará al nuevo gobierno toda la información que se solicite y todas las obligaciones que deben cumplirse, sin herencias fallutas.
No hubo mención específica a nada, pero quedó sobrevolando lo que había ocurrido cinco años atrás cuando el Frente Amplio, encabezado por el entonces presidente Tabaré Vázquez dejó muchas cosas inconclusas. Sin ningún pudor, Vázquez incumplió con su responsabilidad de gobernar hasta el 1° de marzo y el nuevo gobierno pagó los platos rotos para evitar que se rompieran todos. Como dijo el entonces director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Isaac Alfie, “no aumentar las tarifas que estaban pendientes (Ancap, UTE, Antel…) significaba (y significó), en números gruesos unos 500 millones de dólares más de déficit de caja para este año que empezaba”. Algo así como la “herencia maldita”.
El pecado del presidente Lacalle Pou fue pensar que Vázquez y el Frente Amplio elegirían salir del gobierno después de sus históricos quince años en el poder por la puerta grande, con gallardía. Le erró feo: Vázquez y el Frente Amplio dispararon del poder al grito de “¡arreglátelas como puedas!”.
Incluso, cuando desde la OPP se les solicitó a los Directorios de los Entes Autónomos actualizar los informes sobre la situación de cada uno de ellos, solo respondió Ancap. El resto se encolumnó tras la decisión frenteamplista de no colaborar con el nuevo gobierno y se negó -expresamente- a proporcionar datos o documentos sobre su situación.
Ahora no. Este gobierno ha tenido y tiene un estilo distinto y será gobierno hasta el final, así que el futuro ministro de Economía, Gabriel Oddone, puede estar tranquilo. Ese mensaje ya le trasmitió el presidente Lacalle Pou a su sucesor, Yamandú Orsi, cuando lo recibió en Casa de Gobierno.
Las autoridades de los ministerios actuales prepararán una serie de documentos con la información que consideren necesaria para los equipos que formarán parte del gobierno electo. “Las puertas están abiertas como para trabajar de manera tranquila, con todo sobre la mesa, materiales preparados y ya con las condiciones dadas para poner los equipos a trabajar”, reconoció el presidente electo a la salida del encuentro con Lacalle Pou, que se extendió durante cerca de una hora y media.
Más allá de la transición, esta semana que pasó tuvo otro gran protagonista como lo fue la fuerza mayo-ritaria del Partido Nacional (los representantes de la lista 40 del sector Alianza País) que tiene cuatro senadores y nueve diputados. Su principal dirigente -Javier García- marcó en forma categórica la posición: “No puede ser -apuntó- que la semana pasada, hasta el domingo de mañana, existieran y se enfrentaran dos modelos de país y después, el domingo de noche, no existan más y todos queden unificados en uno solo”, en lo que se interpretó como una posición contraria al discurso del candidato presidencial de la Coalición Republicana.
García agregó que “no existen los mismos modelos; la ciudadanía votó mayoritariamente a uno, pero hay un millón de uruguayos que votaron a la Coalición Republicana -muchos de ellos representados por nosotros- que tienen derecho a ejercer la oposición democrática a ese gobierno. Que si no hay quien ejerza la oposición, -una oposición democrática, leal y firme- el país no funciona democráticamente. Y una cosa es tender la mano y otra cosa es confundir los roles”.
Lo que debe quedar claro, tanto de la transición como de la autocrítica, es que si hay algo para destacar del Frente Amplio en estos cinco años, es su permanencia inmutable en buscar obstruir al gobierno (y de rebote al país) sin ninguna idea positiva. Se mantuvo muy atento a todo lo que surgía desde la Coalición Republicana no para estudiar o buscar soluciones a los problemas, sino simplemente para oponerse. La oposición a todo, la zancadilla o la mentira han sido su aporte a este Uruguay. Y aunque parezca un disparate, ganó y llegó al gobierno.