SEGUIR
Le dio trabajo a Luis Lacalle Pou llegar a la Presidencia con su propuesta de cambio. Incluso fue escasa la diferencia de votos para el triunfo. Seis meses después de asumir, la enorme mayoría de los uruguayos dan gracias a Dios por su presencia en la Torre Ejecutiva y apoyan su gestión.
De pique nomás se encontró con una pandemia desconocida que jaqueaba al mundo, pero contra viento y marea de una oposición “envenenada” por la derrota, planteó una estrategia basada en la libertad responsable y logró resultados que hoy son ejemplo y recorren -para orgullo de los uruguayos- el mundo entero. Al mismo tiempo ha impulsado una serie de medidas, primero a través de la LUC y ahora con el Presupuesto, que vienen también con el cintillo del cambio. Y de la profunda crisis que legó el gobierno anterior y los estragos del COVID, Uruguay va camino a ser la nueva gran sorpresa del mundo.
Estas reflexiones vienen al caso porque en una semana se realizarán las elecciones municipales y el Frente Amplio, con una patota de tres candidatos, busca la continuidad en el poder que ya lleva 30 años y aspira a otros cinco, pletóricos de versos y promesas que nunca cumplieron. La otra alternativa es el cambio -es mismo que propuso en su momento Lacalle Pou- pero ahora llega de la mano de Laura Raffo -única candidata opositora-, para impulsar un cambio y terminar, entre otras cosas, con la “muy sucia y reconquistadora” ciudad de Montevideo.
Una candidata frente a la que el trío arrugó ante un debate, que ha sido una gratísima sorpresa, seria, responsable, que sabe lo que hace y lo que dice; con un bagaje intelectual de primera categoría y un coraje de altísimo nivel que le ha permitido bancarse las patoteadas frentistas y contestarles con una sonrisa.
Según las encuestas, estamos prácticamente en una situación de balotaje: la candidata del FA será Carolina Cosse. Han quedado por el camino los otros postulantes (Daniel Martínez y Álvaro Villar) y la única barrera ante el continuismo viene con la coalición republicana. ¿Nos arriesgamos al cambio -como ya se hizo a nivel de la Presidencia- o en un alarde de masoquismo los vecinos de Montevideo vuelven a apostar al FA y, en este caso, eligen por cinco años nada menos que a la expresidenta de Antel.
La irrupción de Cosse en el mundo político vino de la mano de José Mujica presidente. Él la llevó a Antel de la misma manera que llevó a Sendic a Ancap. Después se la impuso a Vázquez como ministra de Industria y la remató cuando impulsó su candidatura a la Presidencia de la República en las elecciones internas del FA. Perdió por paliza y el ganador, Daniel Martínez, la rechazó abiertamente como candidata a vice, pese a salir segunda y al padrino que tenía.
Pero, algo pasó y tras este rechazo, Mujica le sacó la escalera y la dejó colgada del pincel. Entonces se hizo comunista y fue segunda en la lista a la Cámara Alta. De ahí y con el apoyo del partido de la hoz y el martillo que ha sumado en el mundo más de 100 millones de muertos (bastante más que el nazismo), lanzó su candidatura a la Intendencia.
Primera pregunta, ¿por qué la borró Mujica luego de darle tanto apoyo? La única respuesta es que, aunque le costó un poco, el expresidente se dio cuenta que Cosse posee una insufrible soberbia, que es patrimonio de los intolerantes y al final provocó un cortocircuito dentro del MPP. Segunda pregunta, ¿por qué se la bancó el PCU? Esas mismas soberbia e intolerancia pueden ser una virtud para los militantes de ciertas ideologías porque las practican. Se dirá que ya hubo una intendente comunista (Ana Olivera) y no pasó nada. Es cierto, pero Cosse no es Ana Olivera, tiene muy poco de heladera y el peligro va justamente por el otro lado. Cosse representa plenamente la frase del programa frentista de “enfrentar” al gobierno nacional, del más uruguayos contra uruguayos.
Su gran obra, la razón de su existencia política, fue el Antel Arena. Solo eso y nada más. Una obra que anunció iba a costar US$ 40 millones y terminamos pagando (todos los uruguayos) US$ 120 millones. Como para no creerle nada de lo que dice ni de sus promesas electorales, porque les costarán carísimas a los vecinos de Montevideo.
La contracara es Laura Raffo. El próximo domingo las elecciones decidirán. O vamos por el cambio y apostamos a una capital moderna y limpia (para empezar), o todo sigue como está, y serán 35 años de mediocridad y en bajada. El ejemplo está en la Presidencia de la República.