Esta semana, el Frente Amplio siguió empantanado en su indefinición sobre la realidad política de Venezuela.
El episodio más reciente es la noticia de que la Mesa Política encomendó a su Comisión de Relaciones Internacionales la realización de un informe sobre el tema. La crónica publicada el miércoles por este diario señala que “ese documento servirá de insumo para que la fuerza política abra la discusión y adopte una postura orgánica y unánime sobre lo que se está viviendo en esa nación”.
Resulta sorprendente comprobar que, después de todo lo que pasó tras el incumplimiento del acuerdo de Barbados y la inhabilitación de la candidata presidencial de masivo apoyo popular, María Corina Machado, el FA tenga que redactar un manual que mandate a sus militantes a tener “una postura orgánica y unánime” sobre una dictadura tan atroz. Lo más inquietante es que quien lidera esa Comisión, Pablo Álvarez, agregó que “el estudio del tema y la redacción de ese informe llevarán un tiempo”. ¿Cuántas semanas o meses van a demorar en asumir que en Venezuela hay presos políticos y se violan sistemáticamente los derechos humanos?
En los días previos hubo declaraciones que continuaron acrecentando la certidumbre de que la oposición se inmolará para defender lo indefendible.
Nadie menos que Rodolfo Nin Novoa, a quien le cupo ser vicepresidente y canciller durante el ciclo frenteamplista -y que no se ha caracterizado por opiniones radicalizadas- tuvo expresiones de indulgencia para con la dictadura venezolana. Consultado por Telemundo (canal 12), rechazó la iniciativa de Álvaro Delgado consistente en que todos los precandidatos respalden a su colega venezolana proscripta, y advirtió: “Ahora andan pidiendo que se firme una declaración de que Venezuela es una dictadura. Por supuesto que no es una democracia plena, pero hay muchos países que no lo son. Estados Unidos y Francia son democracias imperfectas, por ejemplo. ¿Y vamos a hacer declaraciones de que Estados Unidos y Francia y otros países son democracias imperfectas?”.
Ya saltó de nuevo la adjetivación relativista de la democracia: “no es plena”. Como cuando dicen que Cuba es una “democracia diferente”.
Pero que un excanciller uruguayo compare la debacle de la institucionalidad en Venezuela con los problemas que puedan tener dos naciones libres como Estados Unidos y Francia, es tan burdo que cuesta calificarlo.
Como las ruedas de automóvil que se entierran en el barro y peludean, el FA no es capaz de desistir de su adhesión al chavismo.
En la misma semana se lo preguntaron al expresidente Mujica. El título de la crónica fue benevolente con el entrevistado: “Mujica dijo que Venezuela tiene un gobierno autoritario al que se lo puede llamar dictador”. Pero si uno atiende a la declaración completa de Mujica, verá que la acusación es relativa: “La desgracia de Venezuela es que tiene mucho petróleo (sic). Se ha sentido cercada y tiene un gobierno autoritario que se pasa para el otro lado. ¿Qué quiere decir la palabra dictadura? ¿Dónde se origina el concepto? Era una decisión del Imperio Romano cuando las papas quemaban, que concentraban el poder y se lo daban a un tipo solo, para que mandara. Un orden cerrado porque en momentos de peligro no se puede discutir. Tiene que haber uno que mande. Ahí se inventó la figura del dictador. Venezuela es un gobierno autoritario, se lo puede llamar dictador, llámenlo como quieran. Yo qué sé”.
Note el lector que es exactamente el mismo criterio con que la inmensa mayoría del FA adhirió en febrero de 1973 a los nefastos comunicados 4 y 7 de la dictadura uruguaya. Para Mujica, está justificado que Maduro proscriba a la candidata que le ganará en las urnas, porque supuestamente “las papas queman” y “en momentos de peligro no se puede discutir”.
Habrá que esperar ese informe que “va a llevar un tiempo” para conocer la posición “orgánica y unánime” de un Frente Amplio que sigue aferrado a los peores totalitarismos que perviven en el continente.
¿Qué es lo que los ata a tamaña desvergüenza? ¿Es solo la afinidad ideológica con quien se declara socialista, pero sometió al país a los más altos niveles de pobreza e indigencia y a la peor barbarie liberticida de su historia?
¿O hay compromisos ocultos para comprar fidelidades inconcebibles?
¿Acaso alguna caja de Pandora que temen que abra el dictador venezolano?
Esa sería la aclaración “orgánica y unánime” que los uruguayos tenemos derecho a recibir.