Milei y los uruguayos (otra vez)

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Hay al menos dos lecciones que el arrollador triunfo de Javier Milei en Argentina dice a los uruguayos en general, pero sobre todo a cierto sector muy influyente en la generación de noticias, en la formación de opinión. Bueno, en verdad, vamos a mencionar tres, si sumamos una extra que hemos tenido “atragantada” en los últimos meses en que esta tóxica campaña política de los vecinos se ha colado de manera hegemónica en nuestra actualidad.

Y esto último es la comprobación de que el 99% de los periodistas y pretendidos expertos uruguayos sobre la política del país vecino, no tienen la más mínima idea de lo que hablan. No saben de historia, no saben de ideología, no saben cuál es la realidad concreta de un país enorme, y que está padeciendo una crisis económica y social que lo tiene al filo de la disolución como sociedad.

Pese a ello llevamos meses escuchando a cuanto cantamañanas pasa cerca de un micrófono o de un teclado, dando clases de política argentina. ¡11,4% de diferencia! A ver si de aquí en más, aparece un poco de humildad a la hora de los análisis. O, al menos, hacer el esfuerzo por dejar un poco de lado el corazoncito partidario, que todos tenemos, pero que cuando pretendemos analizar la realidad desde un punto más o menos periodístico, deberíamos poder encapsular un poco.

Listo. Ahora a lo serio.

La primera lección que es necesario leer sobre la votación de Milei desde Uruguay, es lo que justamente los sanateros que mencionábamos antes no han querido ver, o han preferido ignorar por razones ideológicas. Hablamos del verdadero desastre que dejaron las políticas socialistas y prebendarias del kirchnerismo (que no es igual a peronismo). Un 5% de déficit fiscal, deuda del gobierno por US$ 400.000 millones, en máximo histórico; inflación mensual de dos dígitos y anual de 140%; Banco Central quebrado y sin reservas; pobreza superando el 40%, con más del 60% de los niños pobres y la indigencia que ya llega a 10%.

Y sin embargo había que escuchar a algún “experto” decir que “votar a Milei es un salto al vacío” o que “Milei es un loco”. ¿Es que no se dan cuenta de que vienen cayendo al vacío desde hace 20 años?

¡Sí!, 20 años en los que 16 gobernaron la banda de delirantes resentidos que tanto admiran muchos en Uruguay. Los que le hicieron de claque a Néstor Kirchner y a Chávez cuando fundieron la chance del ALCA, los que festejaban el saqueo al sector agropecuario argentino, los que pedían imitar las retenciones, los controles de precios y tarifas, la cuarentena forzosa y el ingreso universal. Ese es el país que dejan el “Clase A de la política”, y el “político profesional” que había arrasado en el debate. ¿Se acuerda?

La segunda lección que nos deja el resultado argentino es que hay que terminar con el sentimiento de culpa y las campañas timoratas y vergonzantes de quienes no comparten las ideas socialistas o “de izquierda”.

Desde hace años que una de las grandes victorias de esa forma de ver la política, es que han logrado un nivel de hegemonía en la arena de debate público, que cualquiera que no es parte de la misma, prefiere callarse, o en todo caso argumenta siempre como pidiendo disculpas. Se ha impuesto en el sector académico, periodístico y político, una falacia según la cual la gente de izquierda es la dueña de la solidaridad, de los buenos sentimientos, del conocimiento científico... del sentido común.

Entonces cualquiera que tenga un matiz, o que ose sugerir que esas ideas siempre han fracasado a la hora de construir sociedades más justas y ricas, lo hace bajando la voz, y poco menos que pidiendo perdón.

Milei ha dejado en claro que cuando se manejan conocimientos y posturas sólidas, se puede defender las convicciones liberales a viva voz. Y que la gente, en especial los más sumergidos, no solo lo entienden, sino que comparten esta visión. Sobre todo, porque son los que más padecen las consecuencias del socialismo de café que campea en la región.

Hay una cosa que es verdad. La situación argentina, por padecer esa crisis tan feroz, habilitaba sin dudas un discurso más crudo y confrontativo que lo que se podría aceptar en Uruguay. Pero el fondo del asunto no es tan diferente.

Nuestro país no padece las crisis de Argentina, y todo aquí es más mesurado. Pero sí sufrimos la enfermedad estatista, la hostilidad al que genera riqueza, el peso desproporcionado en la formación de políticas de estado de un proletariado intelectual resentido e improductivo.

Más allá de cómo le vaya a Milei, la gran lección es que se puede pelear contra todo esto, y salir airoso.

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