No da lo mismo

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El 30 de junio se celebrarán las elecciones internas de todos los partidos políticos, algo que la inmensa mayoría de la población parece ignorar a juzgar por los datos de las encuestas, por el escaso calor de la campaña en la calle y por lo poco que el asunto es tema de conversación entre las personas por fuera del circulo rojo, como diría el célebre Durán Barba. Lo cierto es que pese a esta notoria apatía de los uruguayos lo que comienza a definirse en dos domingos es extraordinariamente relevante para el futuro del país, por lo que vale la pena intentar captar el interés de los ciudadanos sobre la contienda que ya asoma en el horizonte.

Una curiosidad de nuestro sistema electoral, casi que una inconsistencia podría afirmarse, es que el voto en las internas de junio no es obligatorio mientras sí lo es en octubre paras las elecciones nacionales, en noviembre para la segunda vuelta y mayo del año próximo. Esta peculiaridad hace que la votación de este mes sea la más incierta de todas, porque no sabemos cuántas personas votarán ni si, al fin y al cabo, son representativas de todo el electorado. Si a eso le sumamos que cada vez votan menos personas cuando el voto no es obligatorio y posiblemente en dos domingos veamos que concurren a las urnas aproximadamente sólo uno de cada tres habilitados podemos apreciar por qué el trabajo de las empresas encuestadoras es tan complejo.

El resultado no es inocuo, sin embargo. A juzgar por las propias encuestadoras no es lo mismo para el Frente Amplio que el candidato sea Orsi o Cosse, por ejemplo. Del candidato que elija cada partido dependerá en parte su suerte en la elección nacional indudablemente, pero más importante que eso aun es la suerte que puede correr el país en los distintos escenarios. Parece estar corriendo la opinión, expresada abiertamente por expertos en opinión público, formadores de opinión y empresarios de que podría dar bastante lo mismo un triunfo de la Coalición Republicana o uno del Frente Amplio con Yamandú Orsi como candidato. Sin juzgara a las personas, lo que es indebido, más aún a sus intenciones, parece claro con el repaso de las propuestas que se vienen realizando que efectivamente no es lo mismo para los uruguayos una victoria oficialista que una de la oposición.

Repasando alguno de los temas centrales la constatación se hace evidente. En materia de seguridad, por ejemplo, los candidatos de la Coalición Republicana han puesto énfasis en la recuperación de los encarcelados, en la prevención del delito y en la represión del mismo con mayor presencia policial y mejor tecnología mientras que el programa del Frente Amplio habla de la despricionalización, vale decir, de soltar presos. Parece claro que la izquierda fracasó miserablemente en la materia con un aumento sideral de todos los delitos durante los tres lustros de sus administraciones mientras que en el actual gobierno todos los delitos descendieron por primera vez desde el retorno a la democracia.

También son notorias las diferencias en los programas económicos. Mientras que los candidatos de la Coalición van desde los que proponen reducir impuestos a los que se proponen a no incrementarlos, los candidatos frentistas dicen que pueden llegar a existir cambios o incluso incrementos. Cosse expresó que unos puntos más de presión fiscal no son relevantes y Orsi que van a haber ajustes que se verán una vez obtenido el gobierno. En buen romance, los frentistas están aceptando que habrá incremento de impuestos, algo que debe ser tenido en cuenta dado que nuestro país ya tiene una carga fiscal extraordinariamente elevada.

En materia de relaciones internacionales tampoco da lo mismo. Mientras que todos los candidatos de la Coalición Republicana sin excepciones plantean que Venezuela, Cuba y Nicaragua son dictaduras dónde se violan consuetudinariamente los derechos humanos los candidatos del Frente Amplio hacen firuletes de distinto tipo para eludir una definición. Que no sean capaces de condenar las violaciones a los derechos humanos y a regímenes abiertamente autoritarios no sólo habla de sus ideas sobre las relaciones internacionales sino sobre sus propios valores. Si a ellos les da lo mismo que existe democracia o dictadura a nosotros los uruguayos no y eso es una diferencia esencial, un verdadero parteaguas de valores sustanciales.

El repaso podría seguir y la conclusión resulta muy nítida: No da lo mismo quien gane y lo que está en juego es mucho más importante de lo que puede apreciarse a primera vista.

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