Otra vez, los hurgadores

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EL tema es recurrente. El problema se instaló desde hace muchos años y todo hace suponer que por un buen tiempo más quedará sin solución. Al contrario, cada día es más grave. El carrito hurgador es un peligro para la sociedad. Lo es circulando por las calles sin los mínimos cuidados que cabe exigirles para evitar un accidente. Van sin luces, a contramano, y frecuentemente destratando a golpes de bestia al caballo para aumentar su velocidad en las zonas en donde no tienen decidida parada. Dicen que su habilitación para circular está reglamentada. No lo sabemos, pero si alguien en una oportunidad consiguió ver a un inspector de tránsito deteniendo a este personaje típico de la ciudad para hacerle una tímida observación que avise, porque sí que esa es una noticia para difundir e impactar a los lectores. Los hurgadores son los dueños de las calles, hacen lo que se les da la gana. Ya de por sí es lamentable este espectáculo propio de poblaciones de los tiempos de la colonia, pero cuando además de desencajar con la época generan esta clase de riesgos propios del inconsciente, se tornan en francamente peligrosos.

GUSTE o no al Sr. Ministro del Interior, este es un problema que afecta también a su competencia, no es exclusivo del Gobierno Departamental aunque este sea el responsable de primera instancia. No hubo un gobierno del Frente Amplio que pusiera empeño en hacer algo para mejorar las cosas. Los diez años de Arana pasaron en la jauja, y la situación empeoró, porque parece que hasta queda bien ofrecer a los ojos del mundo esta marginalidad y miseria.

Pero el auriga conductor del carro no la pasa tan mal. Encuentra en la basura que revisa periódicamente comida y otros elementos de los cuales la gente se desprende, que le sirven. Todo se recicla, hasta las botellas de vino vacías que recogen mandándose a bodega el resto que pudiera eventualmente encontrarse en el recipiente...

No sin una fuerte dosis de ingenuidad, alguna vez se ha defendido a los hurgadores como si fueran una necesidad social con el argumento que ayudan a recoger la basura. La realidad de hoy muestra lo contrario. El hurgador preferentemente de noche, pero también durante el día, circula llevando de la brida al pobre animal y acompañado de niños. Estos son los encargados de sacar los paquetes de basura que la gente deja en canastas de alambre que instala en la vereda sobre la calle en la puerta de su casa, lo tiran al suelo, lo revisan minuciosamente, manotean algún resto de comida, o botellas, o lo que crean que les pueda servir, lo tiran encima del carro, y le dejan el paquete abierto, tirado en el suelo. Ha sucedido que dueños de casa presencien desde adentro este deplorable espectáculo y cuando ven que le dejan los desechos desparramados en sus propias narices salen a reclamar que vuelvan la bolsa a su sitio.

EL intento genera también peligro porque al requerimiento reaccionan mal, insultan, y amenazan agredir. De esa manera además "fichan" la casa, a la que vuelven otro día por sí o por intermedio de las criaturas que les acompañan para "trabajar", sea para estudiar la posibilidad de entrar, sea para vengarse de otra manera, como la de arrojar un proyectil. Estas cosas suceden todos los días en Montevideo y nadie hace nada. Que una autoridad pretenda explicarlo con la mera enunciación que "es un problema social" es el índice más elocuente de la resignación ante esta plaga. Son seres humanos, de acuerdo, pero son plaga. Quince años de gobierno frenteamplista y seis meses largos de gestión del ministro del Interior socialista —que incentivó la salida de presos de las cárceles para afrontar el problema del hacinamiento pero hasta ahora la estadística por día indica que por cada uno que sale entran dos— es tiempo suficiente para llegar a la conclusión que hay muy poca o ninguna voluntad política en revertir la situación. El rótulo de "problema social" en boca de un frenteamplista, es sinónimo que nunca se va a arreglar mientras dependa de su gobierno. A su vez, mirar hacia los costados, ver los piqueteros en Argentina, y el auge del crimen en Brasil, no es consuelo para nadie.

NUESTRO Uruguay es más pequeño, más culto, más homogéneo, mucho más fácil de gobernar. Pero para eso, además de tomar conciencia de la realidad, hay que decidirse a cambiarla. Y este gobierno no sabe conjugar ese verbo, mal que le pese a Mercedes Sosa.

Que nunca falte la memoria

Una frustrada propuesta, de poner a un determinado personaje al frente de la coordinación y centralización de todos los servicios de inteligencia del Estado, tarea que se crea en la ley de Presupuesto, guardaría relación con las denuncias formuladas respecto del Complejo Bahía durante la actuación en la Intendencia del secretario de Arana.

Todo lo referido al Complejo y la actuación de los empresarios frenteamplistas, lo analizó oportunamente el Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio, el cual concluyó en que "la conducta política del adherente compañero Mario Areán, no está de acuerdo con las normas establecidas con absoluta claridad en los ‘Lineamientos Éticos Funcionales para la Acción Política’ según lo exige el Estatuto —del propio Frente Amplio— y que refieren específicamente a la gestión municipal, lo que afecta la cristalinidad que siempre ha caracterizado al Frente Amplio del Uruguay".

El candidato para "Inteligencia", era uno de los socios de aquel emprendimiento de la ladera del Cerro de Montevideo, empresa que finalmente se presentó a concordato, luego de lanzar algunos cheques voladores, denunciados, entre otros, por el propio Tabaré Vázquez.

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