Hay mucha expectativa fijada en el debate de mañana. Naturalmente, se trata de una instancia relevante en la que la ciudadanía puede apreciar el peso específico de cada uno en el papel institucional que quiere aspirar a cumplir y que es el más importante del país.
La clave es que más allá de los resultados de la primera vuelta, que dejó una configuración sin mayoría en la Asamblea General del Parlamento para ninguno de los dos bloques -Frente Amplio (FA) y Coalición Republicana (CR)-, la elección del presidente de la República es fundamental porque es él quien fija el rumbo del gobierno por los próximos cinco años.
Para el caso de Delgado, hay un par de datos relevantes que ya están marcados: se trata de la continuación de los partidos que han gobernado en estos cinco años, y se trata también de un camino trazado en un compromiso firmado por todos esos partidos. A eso se suma un talante propio del candidato que todo el mundo conoce y que es muy necesario cuando hay que desempeñarse como presidente: la templanza frente a la adversidad y la serenidad en la toma de decisiones. Si es electo presidente Delgado, y el FA quiere plantarse en una actitud de boicot a todo lo que decida el gobierno, el Uruguay entero sabe que Delgado no se saldrá de tono, procurará encontrar caminos de acuerdo, y llegado el caso terminará definiendo con sentido común y defendiendo los intereses del país a partir del compromiso tomado frente a la ciudadanía en torno al programa de acción de la Coalición Republicana.
Para el caso de Orsi, seguramente el debate de mañana termine de mostrar las condicionantes que lo envuelven. Por un lado, el FA está escorado a la izquierda: el propio Orsi ha señalado, por ejemplo, que volverá a discutir el tema de la seguridad social, y todo el mundo sabe que las bases de esa discusión están fijadas en favor de la papeleta blanca que inclinó la balanza de los votantes del FA (7 de cada 10). Seguramente quede claro mañana, por ejemplo, que por mucho que Oddone insista en querer llevar adelante políticas públicas de centro-izquierda, las bases del FA están mucho más cerca del Sí a la papeleta blanca que del No que él promovió antes de octubre.
Por otro lado, lejos de poder presentar un rumbo templado y sereno, si Orsi es presidente tendrá que componer con este FA escorado a la izquierda y con al menos algunos diputados de la otra parte del país que de ninguna manera promueven las ideas del FA. El problema es que Orsi no puede independizarse de su ala más izquierdista y gobernar corrido hacia el centro. El rumbo de su administración estará entonces condicionado no solamente para encontrar mayorías más amplias, sino también para efectivamente conducir al país con certezas por un camino que no sea el definido por sus minorías izquierdistas más activas.
El debate de mañana seguramente dejará en claro que Delgado, como bien lo reconoció en la campaña hacia octubre, quizás no sea el candidato más simpático y entrador. Pero sin ningún lugar a dudas es aquel que conoce los temas de Estado al dedillo, que tiene claro cuáles son las prioridades que debe llevar adelante para cumplir con lo prometido en la campaña, y que sabe dónde están los terrenos de encuentro posibles con al menos una parte de la izquierda para poder cumplir con el mandato de ir a un escenario más consensual y menos proclive a las grietas.
Seguramente el debate también deje en claro que Orsi no está interiorizado realmente de los temas del país, ya que su experiencia de gobierno anterior naturalmente lo situó en un escenario relevante pero acotado como es la intendencia de Canelones.
A partir de ese perfil, y muy condicionado por la agenda reformista más izquierdista dentro de su propio FA, Orsi mostrará que se le hará imposible congeniar ese sesgo ideologizado del partido que lo respalda con definiciones divergentes de parte de los otros partidos políticos del sistema. En concreto, seguramente mañana se podrá sacar la conclusión de que Orsi, como reza el dicho popular, no tiene uña para guitarrero. O lo que es parecido, que la situación política del país y de su partido hacen que Orsi no pueda estar en la misa de su comité de base volcado a la izquierda, y en la procesión de un Uruguay que quiere encontrar grandes acuerdos nacionales.
En el balotaje nos jugamos el rumbo nacional. El Parlamento quedó con una configuración de empate entre bloques. Precisamos un perfil de presidente como Delgado, que con templanza y serenidad tenga claras las prioridades del país.