A medida que nos vamos acercando a las elecciones de octubre, se observan cambios significativos en la opinión pública que favorecen nítidamente a la Coalición Republicana, mien-tras que el Frente Amplio parece no dar pie con bola. Las perspectivas políticas han cambiado, y las razones son numerosas y contundentes, como puede apreciase con un mero repaso de algunos acontecimientos recientes.
Uno de los principales factores que explican este giro es el desgaste que ha sufrido el Frente Amplio, tanto por errores estratégicos como por problemas internos que involucran a sus principales figuras y candidatos. Yamandú Orsi viene enfrentado críticas cotidianas y justificadas debido a declaraciones desafortunadas y una gestión de campaña que ha dejado mucho que desear.
A esto se suma la figura de Gabriel Oddone, propuesto como candidato a ministro de Economía, que ha generado más dudas que certezas entre los votantes, quienes no ven en él el liderazgo necesario para enfrentar los desafíos económicos del país. Sus ideas y venidas con el plebiscito y el haber renunciado a sus verdaderas opiniones en varios temas centrales de la política económica para granjearse el apoyo, que nunca llegó, de comunistas y socialistas, lo han dejado muy mal parado.
Además, los cruces de opiniones entre los dirigentes del Frente Amplio no han hecho más que agravar la situación. La falta de cohesión interna y la constante divergencia de criterios han proyectado una imagen de desorden e incapacidad para gobernar de manera medianamente razonable.
Los casos de corrupción también han golpeado fuerte, destacándose el reciente escándalo del senador Charles Carrera, que ha minado la confianza en el partido. No se puede utilizar como eslogan de campaña el jactancioso “Que gobierne la honestidad” y luego tener que andar explicando inconductas grotescas de los principales candidatos de la coalición de izquierda.
Otro golpe significativo ha sido la intervención del expresidente José Mujica, quien no solo ha lanzado duras críticas contra políticos de su propio sector, el MPP, llamándolos “pusilánimes”, sino que ha acentuado la percepción de que el Frente Amplio está atravesando una crisis de liderazgo.
Mujica, figura históricamente influyente dentro de la izquierda, se ha convertido en una fuente de división en lugar de ser un factor de cohesión en su partido, dejando en offside a las nuevas generaciones que parecen estar más dispuestas a transar con lo que sea con tal de intentar llegar al poder.
Por si fuera poco, el apoyo parcial del Frente Amplio al plebiscito sobre la seguridad social, una medida populista e irresponsable, ha sumido al partido en un verdadero berenjenal. La falta de claridad en la postura del Frente Amplio frente a este tema tan sensible ha generado descontento y desconfianza entre algunos de sus votantes tradicionales y sectores moderados. ¿Qué puede estar pensan-do un astorista sensato ante este panorama? Además de extrañar a Astori debe estar pensando que este FA es imposible de votar.
En contraposición, la Coalición Republicana ha sabido mantenerse unida y bien coordinada. Con una estrategia de campaña sólida, basada en un discurso claro y alineado, ha logrado proyectar una imagen de estabilidad y confiabilidad que los votantes están valorando cada vez más.
Mientras el Frente Amplio se hunde y pierde terreno, la Coalición Republicana ha aprovechado para capitalizar los errores de la oposición y consolidar su posición como la opción más seria y preparada para gobernar el país.
Así, a medida que avanzamos hacia octubre, los números de las encuestas reflejan este cambio de percepción. La Coalición Republicana gana terreno y se perfila, mientras el Frente Amplio enfrenta un derrotero de tropiezos permanentes del que le está costando seriamente salir. Los votantes, cansados del caos y los errores de la izquierda, están inclinándose cada vez más hacia una opción que promete orden, estabilidad y un rumbo seguro para el Uruguay.
Este escenario marca la cancha de manera evidente: la elección de octubre se va a definir voto a voto y el mes de campaña que queda viene cuesta arriba para la oposición. De una campaña anodina porque pensaban tener la elección ganada, se comienzan a desayunar tarde de que tienen que hacer algo para no perder pie, cuando ya se están ahogando. Todo hace pensar que el giro que ha tomado la elección es por demás auspicioso para los mejores intereses del país.