Por un puñado de turistas

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Los argentinos hacen turismo en el Uruguay porque les gusta, porque les resulta cómodo o porque los entusiasman sus playas o porque se sienten como en su casa (sobre todo en enero) o por lo que sea. Aquí, serán siempre bienvenidos. Es una elección que hacen ellos y, como viven en democracia -por más que tengan un gobierno bastante autoritario- pueden salir del país cuando quieran y con cualquier destino. Argentina está muy lejos de ser Cuba, donde viajar al exterior es un privilegio de unos pocos y están muy controlados.

No hay dudas de que hay que cuidar el turismo porque es una fuente de recursos y trabajo muy importante; pero ello no significa ser obsecuente con el gobierno argentino. Vamos a no mezclar la baraja y a llamar cada cosa por su nombre: una cosa es el turismo argentino y otra su gobierno, ese que despide a los que vienen al Uruguay con perros entrenados para detectar dólares.

Las medidas proteccionistas que adoptó la Casa Rosada para enfrentar una crisis que viene muy acelerada en la vecina orilla serían absolutamente legítimas si no existiera el Tratado del Mercosur; pero como existe, esas medidas son violatorias de sus normas. ¿Y? ¿A quién se le protesta? Repetir la sandez de recurrir a tribunales arbitrales es absurdo: Argentina no hace caso a sus laudos, como ocurrió con el caso de las bicicletas de Motociclo y, nada menos, cuando Uruguay intentó que se desbloquearan los puentes fronterizos y se garantizara la libre circulación de personas. Entonces, no se trata de querer declarar la guerra a Argentina, como dice el presidente Mujica, sino de asumir la realidad y terminar con las relaciones carnales con su gobierno y con el Mercosur; que en vez de dinamitarlo por inútil de una vez por todas, ahora queremos ampliarlo con la incorporación de apóstoles de la democracia y el respeto de los derechos como son los gobiernos de Venezuela y Ecuador.

Está bien que se logró la liberación de los puentes. Pero no olvidemos que para ello fue necesario un fallo de la Corte Internacional de La Haya y, hasta que no se produjo, permanecieron cerrados. Es cierto que el 70 u 80% de turistas que llegan a nuestro país son argentinos y que se estima que ello significará un ingreso de unos 1.300 millones de dólares. Pero veamos también otras cifras y temas (y vamos a evitar en este caso el del canal Martín García, los informes de los monitoreos del Río Uruguay y muchos otros), para ver si es tan cierta su frase de que "es mucho más lo que recibimos que lo que perdemos".

1) En el año 2011, Uruguay exportó a Argentina por valor de US$ 588 millones (récord), pero importó por un total de US$ 1.821, lo que arroja un saldo negativo en la balanza de US$ 1.233 millones. Si a ese le sumamos que en el período 2005-10 el déficit de nuestra balanza comercial con el vecino fue de US$ 4.245 millones, nos da un total de US$ 5.478 millones.

2) Pese a las gestiones de Uruguay y Paraguay (los socios chicos del famoso Mercosur) no se ha solucionado el tema del peaje para la trasmisión de energía eléctrica desde tierra guaraní. Como consecuencia de ello, debemos cubrir nuestro déficit comprando directamente a Argentina. Paraguay nos vende a US$ 120 por MW/h; Argentina a US$ 380 por MW/h. Al fin del día, esa diferencia se eleva a 390.000 dólares. Nuestras relaciones carnales nos dan esa cantidad por día, que anualizadas significan más o menos US$ 142.350.000.

3) Existen dos proyectos de inversión por un total de casi 150 millones de dólares para construir sendas terminales (una granelera y otra de productos líquidos) en Nueva Palmira desde hace dos años. Uruguay ha cumplido con informar a la CARU, pero Argentina responde con el silencio. Y nos quedamos quietitos.

Como ve, Presidente, no se trata de declarar la guerra a nadie. No pasa por ahí la cosa. Parece más bien una cuestión de dignidad, una actitud de firmeza en la defensa de los intereses del país frente a situaciones tremendamente injustas. No busque el turismo como excusa: es pequeña y poco valedera cuando se permiten atropellos como el hostigamiento a un buque español con destino a las Malvinas a nueve millas y media de Piriápolis en violación de Tratados o cuando se violan otros Tratados que afectan el trabajo y las lógicas expectativas de ciudadanos de este país. Si el gobierno no se preocupa de defender los acuerdos internacionales ¿quién tiene que hacerlo? ¿Callamos todo y todos para no molestar al turismo?

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