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El presidente de la República Luis Lacalle Pou se encuentra en Londres en visita oficial, la primera de un mandatario uruguayo al Reino Unido desde la realizada por su padre en 1993.
Como en aquella ocasión, la visita incluyó una reunión con el primer ministro británico y con la realeza que desempeña la jefatura de estado, así como reuniones diversas de los ministros que lo acompañan en procura de incrementar el comercio y las inversiones.
Sin dudas que esta invitación realizada por Boris Johnson es una distinción para nuestro país como bastión de la libertad política, económica y social que definen a la presente administración.
Su posición firme en temas internacionales, como la condena a todas las dictaduras del continente y a Rusia por la invasión a Ucrania distan mucho de las medias tintas de muchos gobiernos del continente.
En el comunicado oficial emitido luego de la reunión desde 10 Downing Street enfatizó en los mismos puntos que la declaración conjunta entre los presidentes: “Los líderes dieron la bienvenida a la profunda alineación entre el Reino Unido y Uruguay en una variedad de temas, desde el libre comercio hasta los valores democráticos y la libertad civil. En un momento de aumento de los precios mundiales de los alimentos y de inseguridad energética, el Primer Ministro destacó las enormes oportunidades que ofrece la producción agrícola líder y el uso de energías renovables de Uruguay.”
Luego de este reconocimiento viene la parte más interesante del comunicado: “El Primer Ministro y el Presidente Lacalle Pou se comprometieron a tomar medidas inmediatas para reducir las barreras comerciales entre ambos países, intensificando el comercio y la inversión en industrias que incluyen productos farmacéuticos y software. También se comprometieron a fomentar una mayor inversión del sector privado en finanzas y energía verdes.”
El período de mayor prosperidad de la economía uruguaya hacia el fin del tercer cuarto del siglo XIX ocurrió cuando Inglaterra era nuestro principal socio comercial y nuestro principal inversor.
Por cierto que estas visitas son finalmente útiles para el país si se obtienen resultados concretos y nadie lo tiene más en cuenta que el propio presidente y su equipo, a juzgar por sus propias declaraciones desde las islas británicas. Uruguay necesita imperiosamente abrir su economía con tratados comerciales, sean de libre comercio o concesiones parciales que sirvan para mejorar la competitividad de nuestra economía. En efecto, los más de 300 millones de dólares que los exportadores uruguayos pagan de aranceles son una pesada carga sobre sus espaldas, de allí la necesidad de avanzar en la liberalización del comercio, más allá de la opinión de nuestros socios del Mercosur.
La estrategia del gobierno en este sentido ha sido consistente y clara: flexibilizar el Mercosur (o que nuestros socios nos permitan seguir nuestro propio camino) y mejor acceso a mercados fuera de la región. Aun en un mundo más proteccionista que hace algunos años, en que un tratado con Estados Unidos o con Japón, por ejemplo, parece lejano, haber puesto sobre la mesa uno con China -el principal destino de nuestras exportaciones- y otro con Turquía -un mercado incipiente y atractivo- es especialmente relevante.
No son temas sencillos: llevan tiempo de preparación, negociaciones y se requiere la voluntad de todas las partes para alcanzar resultados, pero solo poniendo toda la voluntad política y la mejor estrategia desde el punto de vista técnico nos permitirán mejorar nuestra inserción comercial internacional.
En este sentido, el acercamiento comercial con nuestro viejos socios británicos, ahora fuera de la Unión Europea puede ser una nueva oportunidad que debemos explotar al máximo. Esperemos que la intención del Primer Ministro de llevar las relaciones entre ambos países “al próximo nivel”, destacando especialmente temas de comercio, sea la apertura que el país necesita para su desarrollo económico y social.
El período de mayor prosperidad de la economía uruguaya hacia el fin del tercer cuarto del siglo XIX ocurrió cuando Inglaterra era nuestro principal socio comercial y nuestro principal inversor. Ojalá vuelvan a surgir nuevos flujos tanto de comercio como de inversiones entre los dos países, y que los valores compartidos no queden solo en declaraciones de circunstancia.
El gobierno uruguayo claramente tiene toda la intención de avanzar rápidamente con pasos concretos, esperemos que el gobierno británico también esté en esa sintonía para alcanzar en el mediano plazo acuerdos que redunden en beneficio de británicos y uruguayos por igual.