A tan solo 4 días de la segunda vuelta entre Álvaro Delgado - Valeria Ripoll y Yamandú Orsi - Carolina Cosse el panorama se presenta con una notable incertidumbre. Según las últimas encuestas, ambos candidatos están técnicamente empatados, reflejando una elección que será decidida voto a voto. Sin embargo, al analizar la coyuntura y los eventos recientes, especialmente el debate presidencial del pasado domingo, se puede inferir que Delgado es, de hecho, el favorito para ganar los comicios.
La historia reciente de las elecciones uruguayas invita a un análisis cuidadoso del papel de las encuestas. En octubre estas herramientas han tendido a subestimar al oficialismo, un patrón que no parece haber cambiado. La Coalición Republicana ha demostrado una capacidad notable para movilizar a su electorado en las horas decisivas, superando las proyecciones más conservadoras. Este fenómeno, sumado al desempeño de los candidatos en el debate televisado, coloca a Delgado en una posición ventajosa de cara al próximo domingo.
El debate presidencial ofreció una clara ventana al carácter y preparación de los aspirantes. Álvaro Delgado se presentó sólido, confiado y con un dominio evidente de los temas prioritarios para los uruguayos, como la seguridad, la economía y las políticas sociales. Su capacidad para articular propuestas concretas y responder de manera directa a las preguntas planteadas le otorgó una ventaja cualitativa que no pasó desapercibida para los analistas ni para el electorado. Delgado no solo expuso un plan coherente para continuar con los logros del gobierno de Luis Lacalle Pou, sino que también se mostró como un líder preparado para asumir los desafíos del próximo quinquenio.
En contraposición, Orsi tuvo un desempeño que dejó dudas sobre su capacidad de liderazgo. Su participación en el debate estuvo marcada por respuestas imprecisas, silencios incómodos y una notoria dificultad para completar sus intervenciones. En varios momentos, evitó responder preguntas claves, lo que generó la percepción de falta de preparación o, peor aún, de vacíos programáticos. Para un electorado que busca certezas en tiempos desafiantes, esta actitud puede haber erosionado la confianza en su candidatura.
La campaña electoral también ha mostrado diferencias significativas en el enfoque estratégico de ambos candidatos. Mientras Delgado ha logrado consolidar el respaldo de los distintos partidos que integran la Coalición Republicana, Orsi ha enfrentado retos internos en el Frente Amplio para unificar las diversas corrientes que lo componen. Esta diferencia de cohesión política podría ser un factor determinante para el próximo domingo.
A nivel discursivo, Delgado ha sabido posicionarse como el candidato de la continuidad responsable, resaltando los éxitos del gobierno actual y ofreciendo una hoja de ruta cla- ra para profundizar las reformas iniciadas.
En cambio, el discurso de Orsi ha oscilado entre la crítica al oficialismo y propuestas poco articuladas, lo que ha generado una narrativa menos convincente para un electora- do que busca propuestas realistas.
La incertidumbre que proyectan las encuestas no debe llevarnos a perder de vista los elementos cualitativos que influyen en esta contienda.
Si bien los números reflejan una paridad en la intención de voto, el contexto general, sumado a las señales del debate presidencial, parece inclinar la balanza a favor de Delgado. Los uruguayos han demostrado en elecciones pasadas que no se dejan influenciar únicamente por los márgenes estrechos que proyectan los sondeos, sino que toman decisiones basadas en la credibilidad de los candidatos.
Con este panorama, el domingo se perfila como una jornada histórica en la que cada voto contará. Es evidente que la Coalición Republicana llega con un impulso favorable, tanto por su desempeño reciente en el gobierno como por la figura de un candidato que ha sabido transmitir confianza y capacidad de liderar el país en los próximos años.
En democracia, los votos deciden, pero las percepciones que se construyen en la recta final de la campaña también pesan. Todo indica que, a pesar de la aparente paridad, la balanza podría estar inclinándose, una vez más, hacia el oficialismo.
El desafío para Delgado será consolidar esta ventaja percibida, mientras que Orsi enfrentará la ardua tarea de revertir las dudas que dejó el debate. El domingo sabremos si las encuestas nuevamente se quedaron cortas ante la realidad del pueblo uruguayo.