Sin lugar para moderados

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En el FA ya no hay lugar para los moderados. Basta con escuchar a Bergara para advertirlo.” expresó esta semana el diputado colorado Felipe Schipani resumiendo en su justo término lo que se desprende del escandaloso discurso del fin de semana pasado del senador frentista Mario Bergara. Si quien se supone que podría llegar a ser el precandidato de los sectores “moderados” de la oposición tiene ese nivel de ordinariez y violencia lo que le espera al Frente Amplio en el futuro cercano es muy preocupante, y no solo para los frentistas civilizados.

Seguramente muchos de los amables lectores habrán visto en televisión o en las redes sociales el video de marras del senador Bergara. Vestido de playa admitió que los dirigentes frentistas han asumido una actitud de caranchos frente a la coyuntura nacional. Según la Real Academia Española, un carancho es un “Ave del orden de las falconiformes, de medio metro de longitud y color general parduzco con capucho más oscuro, que se alimenta de animales muertos, insectos, y reptiles”. A confesión de parte relevo de pruebas.

El Frente Amplio ha adoptado clara mente esta estrategia. Seguramente no sea producto de una definición de cúpula ni de los liderazgos, dado que hoy no tienen ningún líder reconocido por todo el partido, ni por medio partido, pero es la consecuencia de la competencia interna descarnada que se ha desatado. Con los liderazgos históricos desaparecidos y Astori fuera de escena, todos se tiran de cabeza hacia la izquierda, buscando pescar en la pecera de los convencidos, militantes y radicales. Eso explica el tono violento de Pereira a Bergara, pero incluyendo a toda la dirigencia frentista sin mayores exclusiones.

Daniel Olesker -que ahora sumó un nuevo frente con la discusión sobre su título universitario- se adhirió al nuevo estilo frentista atacando al Ministro de Trabajo por sus credenciales académicas por una afirmación absolutamente cierta desde el punto de vista estrictamente matemático.

El año pasado creció más el índice de salarios que la inflación, ese es un dato, aunque a Olesker y otros frentistas les duela, como les duele toda buena noticias para los uruguayos porque eso los aleja de su ansiada vuelta al poder.

Lo novedoso y destacable de la salida de Bergara es que es la confirmación de que el Frente Amplio no tiene ala moderada, ni sectores moderados ni candidatos moderados. Todos son, o quieren ser una izquierda revolucionaria, latinoamericana y pseudochavista. Lo más grave es que seguramente Bergara no cree mucho de lo que dijo, pero lo dice porque cree que es lo que tiene que decir para sobrevivir en la picadora de carne de la interna frentista. Una persona con dos dedos de frente, y Bergara parece serlo, no puede afirmar que el gobierno es corrupto, porque nada indica que lo sea, ni puede criticar con los epítetos que utilizó una reforma de la seguridad social que sabe perfectamente bien que es una transformación moderada, gradualista y sumamente uruguaya.

Ahora bien, si el senador Bergara está trepado a los andamios gritando consignas socialistas ¿qué podemos esperar de la dirigencia frentista que no estudió economía en Estados Unidos? Si alguien que entiende de economía es capaz de travestirse para seguir con vida en un partido en que quien no pide la revolución es un tibio, ¿qué propuesta llevará el Frente Amplio en la próxima elección?

El propio Bergara lo confiesa en su afiebrado discurso. La reforma de la seguridad social no debió apelar a aportes de los trabajadores, debió tener otros ingresos. En buen romance, en este, como en otros temas, lo que está pidiendo es un aumento de impuestos.

Una de las claras derivas que está teniendo en Frente Amplio y sus satélites pseudoacadémicos es estar proponiendo en cada tema que se plantea aumentos de impuestos. Este será, por tanto, uno de los grandes temas de la próxima campaña, en un país dónde el último ministro de Economía del Frente admitía que no hay lugar para más impuestos. Por tanto, un claro parteaguas en 2024 será entre una Coalición Republicana que arregló el desbarajuste manirroto frentista y apenas pudo bajó impuestos a trabajadores y jubilados y una oposición que quiere subir impuestos a los trabajadores, a los jubilados y a las empresas. Vale sacar apuntes, porque aumentar impuestos desde la presión impositiva que ya sufre Uruguay es directamente confiscatorio y un atentado a la estabilidad económica de todos los uruguayos.

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