Ayer el presidente de la República Luis Lacalle Pou volvió a marcar un punto alto en su gobierno con un discurso de rendición de cuentas ante el Parlamento de una contundencia pocas veces vista en la historia reciente. Al detallar los numerosos logros de su administración, pero fundamentalmente al hilvanar el hilo conceptual que engloba las distintas acciones que marcan un nuevo rumbo que el Uruguay sigue desde marzo de 2020 el presidente recibió el elogio de los propios y generó una honda preocupación en los ajenos en vista del año electoral.
Lo primero que debe señalarse es lo valioso que resulta que Lacalle Pou haya rescatado la tradición de brindar la rendición de cuentas del Poder Ejecutivo que establece la Constitución asistiendo al Palacio Legislativo. Para cumplir con la normativa alcanza con enviar una memoria de miles de páginas que nadie lee, el asistir al Parlamento es una seña de republicanismo y respeto a los parlamentarios y a los ciudadanos que es una seña de identidad del actual gobierno nacional.
El eje vertical del discurso del presidente de la República fue la libertad, como lo fue de su discurso de asunción y como lo ha sido para la gestión del gobierno. La enumeración de las distintas políticas públicas que realizó el presidente tenían un fin común, ampliar la libertad de la que gozan los uruguayos. Con la transformación educativa, los centros María Espínola, la transformación de la UTU y el cambio en la gobernanza de la educación sin dudas estamos generando más condiciones para que seamos más libres.
Con el buen manejo de la macroeconomía, la baja de impuestos, la baja de la inflación, la creación de más de 70.000 empleos (cuando en el gobierno anterior se destruyeron 60.000), el crecimiento del salario y de las jubilaciones reales, sin dudas también los uruguayos son más libres que en 2019. El riesgo país más bajo de la historia y los mecanismos para atraer inversiones llevan a que la economía tenga buen desempeño.
La construcción de vivienda tanto por parte del ministerio del ramo como por Mevir y otras iniciativas como la erradicación del Kennedy en Maldonado, marcan un rumbo cierto en que se mejoraron las condiciones materiales de los uruguayos con más vulnerabilidades. La vivienda digna es una condición necesaria para poder desarrollar una vida con pleno potencial y, por tanto, también hace a que los habitantes de la República sean más libres.
El enorme despliegue de la obra pública, la construcción de puentes, carreteras e infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria pautan un salto cualitativo en materia de transportes en estos últimos cuatro años. Es indudable que el permitir el transporte de forma mas barata, más segura y más eficiente también representa una mejora en la libertad para los uruguayos, especialmente aquellos que viven en el interior.
También existieron notables obras en materia de salud pública, con renovación de equipos, nuevos CTI, ambulancias y centros de salud. Indudablemente el hospital del Cerro es la construcción más emblemática, que representa un símbolo además de la atención preferencial del gobierno por atender las necesidades de los ciudadanos más postergados, cuyos reclamos se venían reiterando sin respuestas a lo largo de muchos años. Una vida con mayor salud y mejor atención también es necesaria para alcanzar mayor libertad.
La enumeración podría seguir, pero lo más importante fue lo conceptual. El presidente expresó con claridad que las ideologías existen e importan, que las visiones de los distintos gobiernos pautan la acción que siguen adelante, y para este gobierno lo más importante ha sido la defensa en todos los terrenos del valor de la libertad. Entre los intangibles debe destacarse algo que el gobierno también logró y destacó el presidente; hoy existe confianza en el país, y como existe esa confianza es que hay esperanza. Uruguay comenzó a recorrer un nuevo camino al desarrollo cuyos frutos ya están siendo palpables y eso, sin dudas estará en juego en octubre y noviembre de este año.
El discurso de ayer fue el último de Lacalle Pou ante el Parlamento en su actual administración. Pero su gestión como gobernante y la evaluación que recibe de parte de los uruguayos hace pensar que es probable que no sea su último discurso desde la Presidencia de la Asamblea General. El aplauso de pie al final de parte de todos los legisladores y el público presente marcan también que el presidente empieza su último año de gobierno con unánime respeto republicano y la gestión mejor valorada desde el retorno a la democracia.