Ya está: el tema de la reforma jubilatoria fue saldado mediante el rechazo al plebiscito promovido por la central sindical y apoyado por sectores del Frente Amplio. Un 62 por ciento de los votantes no votó la propuesta. Ante ello no hay más nada que decir. Sigue rigiendo la ley que con esfuerzo y negociación aprobó este gobierno en un gesto de extrema responsabilidad. Ley que el Frente Amplio, estando en el gobierno, siempre supo que había que aprobar pero nunca se animó.
Ahora el candidato frentista Yamandú Orsi está más preocupado por los que votaron por el Sí, que por los que ganaron. Es raro, porque él mismo dijo que no apoyaba el Sí, aunque es verdad que nunca se jugó demasiado por su propia opción.
Esta es la segunda vez que el Pit-Cnt busca eliminar las AFAP. Cuando se crearon en 1995, quisieron reunir firmas para convocar a un referéndum que derogara la ley que las puso en marcha. Fue tan bochornoso el episodio que la izquierda discretamente lo pasó al olvido.
Lo cierto es que en aquella oportunidad los principales dirigentes sindicales se presentaron ante la Corte Electoral celebrando con bullicio haber reunido el número necesario de firmas. Sin embargo, cuando la Corte hizo el conteo descubrió que muchas eran repetidas, algunas pertenecientes a figuras políticas conocidas que ni siquiera sabían que su firma había sido falsamente replicada. Al final, no alcanzaron el mínimo necesario pero quedó en evidencia la falta de escrúpulos de algunos sindicalistas. Fue vergonzoso pero en este “país generoso”, la central logró zafar de la ignominia haciendo olvidar lo sucedido. ¿Cuánta gente hoy recuerda aquello?
Esta vez la militancia sindical logró las firmas pero se quedó corta con los votos.
A eso hay que agregar que durante los 15 años de gobiernos frentistas, las AFAP no fueron eliminadas. Se consideró que era mejor dejarlas aunque presionados por los más duros, se hicieron algunas modificaciones que si bien mantuvieron las AFAP, complicaron el sistema. De ahí la urgencia de este gobierno para reformular el sistema jubilatorio.
Lo que Orsi y todo el Frente olvidan convenientemente es que la Reforma Jubilatoria aprobada por este gobierno era la que el entonces ministro de Economía Danilo Astori decía que había que hacer. Sostenía que al no haberlo logrado su gobierno, el siguiente (sea quien ganara las elecciones) estaba obligado a hacerlo y agregaba que debía realizarse sobre dos premisas: cambios en la edad de jubilación y también los montos.
Recordar esto incomoda a los frentistas. Pero es innegable que estando en el gobierno, eludieron su responsabilidad. Se la pasaron al gobierno siguiente y cuando este quiso intercambiar ideas con ellos (basta recordar la imagen del presidente Lacalle Pou entregando el borrador del proyecto a la sede del Frente) optaron por trabar todo. Ahora hablan de que debe haber un gran acuerdo nacional (concepto trillado si lo hay) pero no lo hicieron cuando fue necesario.
La última salida ha sido la de Alejandro “Pacha” Sánchez con lo de nacionalizar las AFAP, que no es otra cosa que apropiarse de los ahorros de los asalariados. O sea otra forma de decir lo mismo que proponía el Pit-Cnt.
¿Por qué nacionalizar un sistema donde la gente es libre de elegir en cuál AFAP aporta? Sistema en que una de esas AFAP, además, es estatal (la que tiene más aportantes, cabe agregar). ¿Por qué el Estado debe quedarse con las administradoras elegidas por un número determinado de asalariados para colocar allí sus ahorros? Parece un despropósito.
En esta larga discusión sobre el plebiscito, la edad para retirarse, las AFAP y todo lo demás, hay un asunto que nunca entró en el debate y que sin embargo representa el peor abuso contra quien aportó toda una vida de trabajo: el IASS, un impuesto que le saca dinero al jubilado como si su jubilación fuera una renta extraordinaria. No lo es. Durante más de tres décadas el asalariado aportó para la jubilación a la misma vez que pagó las mil variedades de impuestos (siendo el IRPF la última) que se fueron creando y cambiando en una larga vida laboral. O sea, se le vuelve a sacar lo que ya puso. Y en muchos casos, paga el impuesto sobre una jubilación “topeada”, o sea menor a la que corresponde.
Sobre esto nadie habló. Mientras tanto, conviene recordarle a Orsi y su gente, que en un segundo frustrado intento por eliminarlas (esta vez con un pronunciamiento del 62 por ciento en contra de la propuesta sindical), lo de las AFAP está más que superado.