Un Trump recargado

Compartir esta noticia

El resultado de las elecciones en Estados Unidos ha sido un tsunami que ha conmocionado al mundo. No solo ha ganado Donald Trump. Lo ha hecho por un margen apabullante, y logrando mayorías expresivas en el Congreso de su país.

Esto tiene implicancias a distintos niveles y en diferentes ámbitos.

Primero que nada, debería hacer reflexionar al establishment académico e informativo, sobre lo alejado de la realidad, y del ciudadano de a pie, que suelen estar sus lecturas. Ni las encuestas, ni en los análisis previos, nadie anticipó el fenómeno que mostraron finalmente las urnas. De manera trágica, este resultado termina dando la razón a las figuras más radicales y perniciosas que llevan años denunciando la desconexión, cuando no mala fe, de buena parte de estos sectores, cuyo rol se supone es ayudar a la gente a entender que lo que sucede a su alrededor, y en demasiados casos se han convertido en focos sectarios, de difusión de una ideología particular, cuando no de desinformación, al tiempo que suelen erigirse en definidores de lo que es verdad y lo que no.

Este fenómeno no solo está ocurriendo en Estados Unidos, y la campaña uruguaya ha dado algunas señales de estar padeciendo ese dilema en forma precoz. ¿Las encuestas siempre sobreestiman al Frente Amplio y subestiman al Partido Nacional? ¿Es eso técnicamente justificable? ¿Alguien se acuerda de haber visto a algún politólogo decir en la elección pasada que si Daniel Martínez ganaba el balotaje, no iba a poder gobernar?

Más allá de esto, la victoria de Trump implica un cambio político muy profundo a nivel global. Es probable que se profundice la guerra fría con China, y que se potencie el proceso de “nearshoring”, que benéfica a varios países de nuestra región.

También es probable que el proceso de creación de un impuesto global a las empresas y personas, quede en la nada, algo que tendría efectos muy positivos para nuestro país en particular, y en general para todos los que buscan atraer inversiones y ofrecen condiciones de competitividad razonables.

También tendrá impacto en el conflicto de Medio Oriente, donde Trump probablemente aumente el acoso sobre Irán, que fue “aflojado” por la actual administración demócrata de manera algo ingenua. Esto podría generar un viraje profundo en los equilibrios en toda esa región.

Más peligroso es lo que pueda suceder con Rusia, y en el vínculo con la Unión Europea. El temor es que Trump corte el flujo de ayudas a Ucrania, potenciando así los afanes expansionistas de Vladimir Putin. Algunos analistas han puesto en duda este factor, y han dicho que lo que Trump buscará es que la seguridad de un continente rico como la Unión Europea, sea financiada por ellos mismos, y no por los carpinteros y plomeros de EE.UU.

Lo que parece seguro, por la negativa, es que con Trump se potenciará el proteccionismo que viene golpeando al planeta, y se pondrá en cuestión la integración y liberalización comercial en base a organismos multilaterales. Incluso en principio mismo de la libertad de comercio.

Esto deberá ser tenido particularmente en cuenta por países pequeños como Uruguay, que deben revisar su estrategia ante esta nueva realidad.

Hay un tema que también es significativo, y es el cambio cultural que este regreso recargado de Trump va a generar a nivel global. Y es el cambio cultural.

Es probable que se potencien las ideologías más conservadoras en lo social y los liderazgos que apuesten por los aspectos más tradicionales en cosas como la familia o la organización social. Y sufrirán algunas agendas que han tenido un crecimiento algo exagerado, como es el cambio climático o los movimientos sociales alternativos.

Para finalizar, esta victoria de Trump nos encuentra en medio de un proceso electoral, en el que debería tener influencia. Parece claro que el continente está experimentando un giro que lo aleja de la izquierda que pareció hegemónica hace apenas unos años. Argentina con Milei, sumado a un probable cambio de signo político el año próximo en Brasil y en Chile, la región se posiciona como un ámbito más proclive a beneficiarse de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Y más hostil a liderazgos de izquierda como los que tanto gustan a los dirigentes del Frente Amplio.

En un momento de tanta paridad en nuestra propia campaña, lo que ha ocurrido en Estados Unidos debería abrir los ojos a los analistas, opinólogos, pero también a los votantes que no tiene seguro a quién apoyar el 24 de noviembre.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar