¿Una campaña con ideas?

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Despuntando la campana electoral para las elecciones de 2024, con la mayoría de los candidatos ya proclamados y la grilla de partida prácticamente definida, puede comenzar a delinearse un análisis más fino de las ideas que formarán parte del debate y las que no. Por cierto que puede resultar algo idealista referirse al debate de ideas en una campaña que los politólogos vienen advirtiendo que será muy sucia, con ataques de todo tipo con las redes sociales como protagonistas, pero, de todas formas, vale la pena intentar otear el horizonte con la tímida esperanza de que algunos conceptos fundamentales sobrevuelen el paisaje.

A primera vista parecen no existir diferencias ideológicas sustantivas entre los principales candidatos a la presidencia. En otras palabras, a juzgar por lo presentado hasta el momento, no tendremos un Milei que proponga cerrar el Banco Central ni privatizar empresas públicas, pero tampoco tendremos a una Cristina Kirchner que proponga estatizar empresas privadas. Con la consabi- da moderación uruguaya, esa amortiguación que a veces nos juega a favor y a veces en contra, tendremos opciones de la derecha al centro, pero sin que la ventana de posibi- lidades de políticas públicas sea extrema.

Dada la ola de liberalismo libertario que llega desde Argentina cabe preguntarse si algún candidato tomará esa bandera, que por el momento luce abandonada. Podría haber sido una opción para Laura Raffo jugar más sobre la banda incorporando ideas liberales en lo económico pero no parece ser el caso. Gabriel Gurméndez dentro del Partido Colorado es otra posibilidad que habrá que esperar a ver cómo se planta en la cancha.

En cualquier caso, parece que existe un electorado que puede reclamar medidas liberales a la uruguaya que está en espera de su candidato, o de que su candidato presente sus propuestas. La economía uruguaya necesita menos impuestos, menos regulaciones y más apertura, el asunto es si estos temas estarán en la campaña electoral. Deben reconocerse los avances realizados por el actual gobierno, que mejoró el entorno macroeconómico, el clima de inversiones, bajó impuestos y se distinguió en el mundo por la libertad responsable.

Es tiempo entonces de construir sobre lo hecho por la presente administración hacia mayores niveles de libertad. En las bases programáticas del Frente Amplio, claramente, el rumbo es el contrario. Se pone en blanco sobre negro que se aumentarán impuestos que serán un lastre para la producción, afectando por tanto la generación de empleo y los salarios de los uruguayos. Debe existir, por lo tanto, una clara alternativa que diga que no va a haber más impuestos o, mejor aún, que establezca mecanismos para lograr reducirlos.

En buena medida el tema de los impuestos puede convertirse, como en la elección de 1999, en un parteaguas que define el voto de muchos electores. En aquella ocasión, la propuesta del Frente Amplio de crear impuestos, explicando muy mal en la opinión pública cómo se haría, le jugó en contra a Tabaré Váz-quez, frente a un Jorge Batlle que se plantó claramente en la vereda de enfrente. La Coalición Republicana haría bien en tomar nota de este antecedente, definir una posición clara y salir a confrontar con las malas ideas que están planteadas en las bases programáticas de la oposición.

En otros asuntos también el contraste puede ser claro. La decisión en materia de apertura comercial, con logros que comienzan a aparecer en el horizonte no puede abandonarse. Aflojar ahora en esta materia sería poner en riesgo lo ya conquistado y lo mucho que está por alcanzarse. La nueva estrategia de inserción internacional requiere tiempo de maduración, los logros no son instantáneos y, por lo tanto, debe persistirse en la vocación de lograr acuerdos con más países y regiones. Seguramente el año que viene en plena campaña estén más claros los logros y serán una bandera de la Coalición, en contraposición a un Frente Amplio que no tiene un solo logro para mostrar en sus 15 años y que no tiene una estrategia alternativa para el país en un asunto en que nos jugamos la vida.

En definitiva, es deseable que lo que se debate sean ideas, propuestas concretas sobre el rumbo del país y no un mero intercambio de descalificaciones que solo desprestigian la política y abren la puerta para los outsiders aventureros. Nos jugamos mucho en la próxima elección para tomarlo como un juego frívolo, en vez de una decisión colectiva de enorme relevancia para el futuro de todos.

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