Por más que algunos quieran que sea así, la postura del gobierno uruguayo ante la dictadura venezolana no es un tema electoral. Hace lo que corresponde: es un deber moral del gobierno, y de los uruguayos, defender la libertad de los venezolanos, hoy aplastada por un régimen despótico que somete a su pueblo y viola derechos humanos básicos.
Antes de viajar a Nueva York para hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Luis Lacalle Pou anunció que se referiría a esa dramática situación.
“Tiembla Maduro” respondió en tono burlón el candidato frentista Yamandú Orsi, exhibiendo indiferencia ante el sufrimiento del pueblo venezolano. Es que aunque el candidato frentista tenga en lo personal una posición tímidamente crítica respecto a Maduro, ella no coincide con la de buena parte de sus socios y por lo tanto debe cuidarse para no “ofender las sensibilidades” de los otros, aún al precio de callar la suya. Es que Venezuela es un tema electoral solo para el Frente: no sabe como afrontarlo y no importa lo que diga, quedará mal.
El presidente se presentó ante la Asamblea con el ministro de Relaciones Exteriores, Omar Paganini, el embajador ante la ONU, Carlos Amorín y el embajador ante la OEA, Washington Abdala. Habló con su precisión habitual. “Siempre estuvimos lejos de ese régimen autoritario e intolerante que ha atentado contra la libertad y contra el bien común”.
“Muchos gobiernos y líderes mundiales”, agregó, “han mirado para el costado, por falta de interés o lamentablemente, algunos por interés”. Para el presidente no solo era cuestión de esperar a que muestren las actas (cosa que sigue sin ocurrir), “se trata de condenar el fraude, de condenar el régimen (…), la persecución política, la violación de derechos humanos, la prisión arbitraria”.
Remató sus conceptos diciendo que “ha llegado la hora de actuar por Venezuela, por los venezolanos” y advirtió: “Si la comunidad internacional es tolerante ante estas actitudes solo resta esperar para saber cuál será el próximo país que va a estar sometido a lo que están sometidos los venezolanos”.
Orsi reaccionó diciendo que le preocupaba ese discurso porque no sabía si se estaba hablando “por el problema en sí o si se estaba haciendo política interna”. La candidata a vice, Carolina Cosse, concluyó que “a veces parece que nos quieren distraer de los problemas de acá”.
Es obvio que el presidente no hace “política interna” con este tema, sino política a lo grande como corresponde cuando se habla ante la asamblea de las Naciones Unidas.
Tampoco distrae de “los temas de acá”. Denunciar la dictadura de Maduro, es reafirmar los valores republicanos y liberales que definen, desde el fondo de la historia, a la democracia uruguaya. Es bueno reafirmar esos valores ante una audiencia internacional, para dejar claro donde está parado nuestro país.
No fue el único asunto que el presidente abordó en su discurso. Aludió a otras cuestiones internacionales que también se relacionan con los “problemas de acá”: su preocupación por el proteccionismo, su defensa de la libertad comercial a nivel mundial, y la necesidad de conciliar el desarrollo económico con el cuidado del medio ambiente.
Si las atrocidades cometidas por Maduro y sus secuaces durante el proceso electoral hubieran ocurrido hace tres años, lejos de las elecciones nacionales, Uruguay igual se hubiera pronunciado del mismo modo. Nada habría cambiado.
El Frente se niega a entender que la postura del presidente nace de una profunda convicción, compartida por la mayoría de los uruguayos del partido que sea. No responde a un interés coyuntural ni pretende ganar algún voto más. Es una cuestión de principios.
Ya que el Frente Amplio no quiere sintonizar con el discurso del presidente, lo sabio sería guardar silencio. Sin embargo se ve obligado a decir algo. No quiere simpatizar con el régimen venezolano y tampoco quiere desmentir que lo apoya. Sabe que hay en sus filas quienes sí están jugados por entero a Maduro. Claramente lo está el Partido Comunista, y también otros grupos procubanos.
Es el Frente quien convierte un asunto de principios, convicciones y de identidad nacional, en una cuestión meramente electoral. Cada vez que se menciona lo de Maduro, el Frente se desacomoda.
Hasta que no arregle esa profunda ambigüedad que lo afecta, cosa que no ocurrirá mientras unos sean tibios y otros fanáticos de la dictadura, seguirá atrapado en esa disyuntiva y cada vez que quiera aclararlo, será peor.