Editorial
La sección Editorial de El País refleja las opiniones y posturas del diario ante temas relevantes de la realidad política y social en Uruguay y el mundo.
No se trata de negar la modernidad. Tampoco se trata de afirmar que todo pasado fue mejor. El tema es que hay un nuevo mundo de socialización que atañe a las nuevas generaciones.
El balance del período 2020-2024 es claro: el gobierno de Lacalle Pou ha logrado crear empleo, reducir la inflación y mejorar los ingresos de los uruguayos, cuidando la estabilidad macro.
Si bien esta liturgia republicana se vive con tranquila naturalidad en nuestro país, importa mucho tener presente que se trata de algo que figura como excepción en buena parte del mundo.
La cultura no es ni un adorno, ni un accesorio. Es un activo fundamental de la sociedad, en la medida en que se la apoye de manera pluralista y respetuosa de la tradición como de la vanguardia.
El sacudón que ha dado Trump, anunciando que su país no puede seguir subsidiando la defensa de Europa, implica un cambio radical no solo en lo militar, sino también en lo político.
El exfiscal Díaz ganó titulares al atacar a su vieja oficina por lentitud en un caso en el que tiene delicadas implicancias éticas. Eso mientras acumula poder en el seno del nuevo gobierno.
Es probable que a mucha gente en este Uruguay esencialmente conservador (aunque crea ser lo contrario) le pareció que el ritmo de cambio, si bien acertado, era muy acelerado.
Desde la reforma constitucional de 1997 existe una lógica instalada por un sistema de reglas electorales que favorecen la polarización en torno a dos grandes bloques políticos.
La capacidad del nuevo gobierno para superar estas discrepancias y presentar una visión económica unificada será determinante para el futuro inmediato de Uruguay.
Alemania es la principal económica europea. Si Berlín estornuda toda Europa se engripa, por lo que el continente entero precisa que los alemanes retomen altos guarismos de crecimiento.
Si en el panegírico de José Mujica, el poeta devenido en avinagrado panelista de TV no ahorraba en halagos empalagosos, el exabrupto contra Lacalle Pou no ahorra en insultos.
El futuro ministro parece no haber entendido todavía el cambio radical de rol que tuvo al dejar la Fiscalía para pasar a ser el conductor de la política represiva del país, y todo lo que ello implica.