Contexto
En medio del caos venezolano, hay un punto que ya no tiene vuelta atrás: el régimen de Nicolás Maduro está agotado. A esta altura no hay forma de que la comunidad internacional se olvide de Juan Guaidó, al que más de medio centenar de países, liderados por Estados Unidos, recibieron como presidente legítimo. Por eso, si algo espera Maduro de su oferta de “diálogo”, no es un plan para atender la emergencia social o reactivar la economía, y mucho menos un cronograma electoral. Lo que debe estar buscando es cómo salvar su pellejo, el de su familia y el de un puñado de incondicionales, que de quedarse en Venezuela, salvo una amnistía o un indulto, les espera un proceso judicial.
Por eso no es de extrañar que así como la oposición y la comunidad internacional presionan a los militares para que se rebelen y dejen entrar a Venezuela la ayuda humanitaria, en el círculo familiar de Maduro también la presión sea muy fuerte para buscar un destino seguro.
Pero, ¿adónde puede ir Maduro? El secretario de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, le deseó un retiro tranquilo en una “playa bonita”, aunque luego dijo que podría terminar en Guantánamo, la base militar que Estados Unidos tiene en Cuba. Ahí hay playas.
Ayer la agencia Bloomberg, citando fuentes del entorno de Maduro, ubicó cuatro destinos donde podría recalar: Cuba, Rusia, México y Turquía. Los lazos ideológicos con el régimen comunista cubano son muy fuertes; Rusia se ha convertido en su principal aliado y acreedor, junto a China; México, con la llegada de Manuel López Obrador al poder, ha cambiado de postura y se ha negado a reconocer a Guaidó; y Turquía es el “hermano”, como llama el presidente Recep Tayyip Erdogan a Maduro, con el que se puede hacer negocios.
Según Bloomberg, quien estaría detrás del plan para que Maduro salga de Venezuela es su esposa, Cilia Flores, preocupada por la seguridad familiar. Maduro (56) y Flores (62) tienen hijos de matrimonios anteriores: él uno, ella tres.
Pero Estados Unidos podría arruinar los planes de un exilio tranquilo. Al menos así lo dejó entrever el senador republicano Marco Rubio. El lunes, en un foro de Heritage Foundation, Rubio dijo que a Maduro las cosas se le están poniendo cada vez “peor”, y que el destino del número dos del régimen, Diosdado Cabello, es la cárcel.
“El futuro de la democracia en Venezuela está en gran medida en manos de seis hombres”, dijo Rubio, todos altos mandos militares a los que estarían dispuestos a amnistiar si colaboran. Esos hombres son, según Rubio, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, el almirante Remigio Ceballos, el mayor general Jesús Rafael Suárez Chourio, el almirante Giuseppe Alessandrello Cimadevilla, el general de división Edgar Valentín Cruz Arteaga y el mayor general Antonio Benavides Torres.
Los seis acaban de renovar su lealtad a Maduro. Quebrar este núcleo duro del régimen no será fácil, aun para Estados Unidos.