Las declaraciones del futuro ministro Juan Castillo sobre Venezuela, no sólo son una exhibición de fascismo flagrante y de falta de empatía con los miles de venezolanos que han recalado en nuestro país. Son una muestra del escaso apego a las normas democráticas, de una figura clave del próximo gobierno. ¿Cómo se sostiene a un jerarca que desprecia las reglas centrales de una democracia? ¿Así piensa manejarse el próximo gobierno? Un bochorno impresentable.
Castillo y la naftalina
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