El cierre reciente de algunas empresas ha generado comentarios tan recurrentes, como absurdos. Se suele decir: “cerró equis empresa, dejando a equis trabajadores en la calle”. Nadie abre una empresa para fracasar. A veces el mercado no responde, o hay problemas de otra índole, y el emprendimiento debe cerrar, generando pérdidas a inversores y a trabajadores que apostaron por ello. Pero atribuirle siempre una especie de mala fe a lo que es un proceso natural, es irreal y negativo.