En Punta del Diablo, una joven se paró frente a una máquina de la intendencia, para frenar la instalación de adoquines en la calle principal. Cualquiera que conozca el balneario, sabe que esa calle es un problema, si está seco, el polvo y los pozos, si llueve, el barro y más pozos. Solamente alguien muy egoísta y con las prioridades alteradas, puede creer que tiene épica, disfrazarse del “hombre del tanque”, e incordiar a la gente que trabaja para mejorar la vida de todos.
La guerra del adoquín
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