El flamante gobierno laborista británico atraviesa una crisis política que tiene impacto global. Entumecido por frívolos análisis de economistas de izquierda, el nuevo primer ministro Starmer decretó un masivo aumento de impuestos, que afecta en especial al sector rural. Esto convencido de que como la tierra se valorizó mucho, los productores pueden pagar. La realidad fue distinta, y ahora los laboristas enfrentan una crisis política de la cual no saben cómo salir.