Se abre hoy la doble jornada del "Día del Patrimonio" que entra así en su duodécima edición. Es de esperar que este acontecimiento brinde a nivel nacional una pausa en las ácidas polémicas de los últimos días, donde los temas históricos estuvieron en las primeras planas, pero de manera amarga y bajo el influjo de situaciones alimentadas por aquellos que no quieren perdonar y olvidar, fomentando la subsistencia de una sociedad uruguaya dividida por tristes acontecimientos de hace treinta o más años.
Lo del "Día del Patrimonio" es otra manera de evocar. Es una manera desprovista de rencor. Es una manera constructiva. Visi-tas a edificios, anticuarios y museos, relatos, debates académicos y espectáculos de teatro, música, danza y murga, paseos en vehículos históricos, gastronomía, historias y contemporaneidades, tradiciones, paleontología y arqueología, forman parte de este sábado y domingo. Un fin de semana para reencontrarse con el patrimonio nacional, para reevaluarlo, para estimarlo debidamente, con todos sus valores tangibles e intangibles.
Porque es así: el patrimonio tiene tal vez tanto valor humano en toda su tangibilidad, como en su intangibilidad. Es decir, en lo material como en lo inmaterial, dado que cada instancia de lo primero desencadena torrentes de lo segundo.
En las 48 horas de homenaje a lo nuestro que se inician hoy, cada uno tendrá la vertiente que más le interese dentro de un panorama patrimonial cuya amplitud se ha ido extendiendo en el correr de los últimos doce años, gracias a una toma de conciencia progresiva, que dice mucho acerca de la relación de los uruguayos respecto de sus valores culturales. Existe un personaje central a homenajear en esta instancia, que es Eladio Dieste. Figura paradigmática de la ingeniería y la arquitectura, rescatada con justicia para la ocasión. Pero tenemos toda clase de rumbos a aprovechar, desde los que están marcados por avenidas que nos conducen a temas monumentales hasta las escondidas sendas que nos llevan a lugares más recoletos. Es de esperar que todo esto sirva para galvanizar los ánimos, para reencontrarnos en torno de un patrimonio histórico, artístico y cultural, del que podemos sentirnos orgullosos.