Jochen Rindt, piloto de culto

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Fernando Parrado
[INES GUIMARAENS ]

MI OPINIÓN

Fernando Parrado

Había prometido escribirles sobre las grandes figuras del automovilismo de competencia. Hoy es el turno de Jochen Rindt, “piloto de culto” y único campeón póstumo de la Fórmula Uno.

Perdió su vida a la edad de 28 en un fatal accidente durante las prácticas para el Gran Premio de Italia de 1970, a bordo de un nuevísimo y frágil Lotus 72.

Para mí y para todos los que le conocieron, Jochen será recordado como el piloto “despeinado”, enfundado en su mameluco del Gold Leaf Team Lotus y orgulloso de su hermosa mujer Nina y su pequeña hija Natasha.

El trágico desenlace encontró a Rindt en la Parabólica (la última curva del circuito de Monza). Según la investigación, el infortunio se originó a partir de los frenos del auto, y no en los alerones como se sospechaba en un principio. Ese día nació un mito, y dado que ningún otro piloto logró superar su puntaje, Rindt fue “coronado” Campeón Mundial, un mes después de su fallecimiento. Él era un corredor sumamente veloz, talentoso, poseedor de un estilo único que rayaba en los límites.

Sus batallas con su amigo Jackie Stewart permanecerán en la memoria, en especial las del Gran Premio de Inglaterra.

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