MI OPINIÓN
Dentro de los pilotos de culto que más admiro, se encuentra el danés Tom Kristensen. Dejó su empleo en un banco para perseguir su pasión. Fue campeón alemán de F3, F3000, y vivió cinco años en Japón corriendo en todo lo que podía. Un día lo llamaron para competir en las “24 Horas de Le Mans” de 1997, en sustitución de un piloto enfermo.
En un circuito totalmente nuevo para él y con tan solo unas pocas vueltas en clasificación, gana la carrera en su primer intento. Se trata de una ardua competencia “a fondo” durante un día entero. Más tarde, Kristensen fue contratado por Audi, logrando ocho triunfos más y teniendo la oportunidad de compartir el volante con pilotos como Alboreto, Johansson, Pirro, Capelli, entre otros.
Pero además ganó seis veces las famosas “12 Horas de Sebring”, convirtiéndose en el mejor exponente de endurance de la historia. No solo existe la Fórmula Uno, hay que destacar el desempeño de grandes pilotos de culto que jamás pudieron acceder a la máxima categoría. Kristensen recibió el título de “Caballero de la Orden de Dannebrog” por parte de la Reina de Dinamarca. Actualmente reside en Aalborg con su familia y es embajador de Audi.