por Mariana Malek
Tras 20 años en la selección uruguaya de básquetbol, el pasado domingo 26 de febrero Esteban Batista dio punto final a su carrera como basquetbolista. Aquel adolscente, que la primera vez que se puso la camiseta de Welcome con el número 15, lo hizo por descarte, y que le quedaba chica —solo había talle M—, cuelga las botas para poner fin a una carrera que lo consolidó como el más exitoso de la historia y el único en haber alcanzado la NBA.
— ¿Cómo viviste esa noche del domingo?
Fue muy especial y sigue siendo muy emocionante porque pienso, me acuerdo y a cada rato que me mandan un mensaje o algo, es como que todas las fotos de lo que fue el fin de semana se me vienen a la cabeza y, nada, estoy en esa transición de disfrutarlo y empezar a extrañarlo, realmente.
– ¿Cayó la ficha?
-Está cayendo. Por más que a veces uno diga que lo tiene un poco asumido o que ya estaba preparado, después del partido fue como que entre un mundo que era totalmente desconocido; la verdad es que estoy muy contento y feliz, por lo que ha sido todo después del anuncio de que me retiraba y ahora asimilar que ya soy un exjugador de la selección.
— ¿Cómo evaluarías globalmente estos 20 años de carrera?
— 20 años es un período de tiempo muy largo, obviamente hubo cosas muy buenas y otras no tanto. La verdad es que después de haberme llevado el cariño, el respeto y todo lo que me hicieron vivir estos días para mi es la satisfacción más grande y lo que más me reconforta como jugador. no sabía que todo eso iba a pasar y me voy con mucha gratitud y muy feliz de haber estado tanto tiempo en la selección.
— ¿Cómo llegaste a la decisión del retiro?
—Era un proceso que venía estirando, por un tema de las ganas, de no querer dejar y por la posibilidad de clasificar al Mundial, el último intento. Obviamente, me hubiese gustado estirarla un par de meses más en caso de clasificar, pero bueno, lamentablemente no fue así. Creo que es un buen momento para irme vigente, en plenitud. 20 años es un tiempo muy prolongado y suficiente, hay que saber dar un paso al costado y que otros tomen la posta y vayan haciendo su camino, también.
—¿Quién queda en tu lugar?
—Mi puesto está medio vacante. Estaba Kiril (Wachsmann), que va a seguir un poco más. No es el más joven, pero hay que seguir preparando a los más chicos para que empiecen como lo hice yo,en aquel tiempo, y darles las armas para que se vayan formando.
—¿Como referentes quiénes quedan?
— Queda Bruno Fitipaldo, obviamente por su presente, su trayectoria en la selección también y está en una edad perfecta para hacerlo;sé que lo hará muy bien. Después están los jóvenes que van a ser quienes tomen la posta, Agustín Ubal, Santiago Vescovi y Joaquín Rodríguez, que son los tres que tienen todo el presente y el futuro por delante para hacer su camino y para mantener la selección lo más arriba.
—¿Qué le diría el Esteban Batista de hoy al de hace 20 años?
—Es raro, porque el otro día, ni bien me subí al auto después del partido, venía moqueando porque fueron emociones muy lindas; me lo pregunté y lo venía pensando. Era como que paradójicamente me puse en el lugar del Esteban de hace 20 años y me hubiese gustado darle un abrazo. Porque todo lo que él creyó, trabajó y luchó y al final tuvo un final feliz muy bueno. La verdad es que le daría las gracias y un abrazo.
—¿Qué enseñanzas te dejaron estos 20 años?
— Muchísimas, la verdad, en tanto tiempo uno aprendió muchísimo. Te equivocás, aprendés a no embarrarla, en algunas tenés razón en otras no tanto y creo que es parte de la maduración y la evolución de cada persona. La verdad que me llevo muchísimas cosas buenas, muchísimas enseñanzas, amigos, gente que he aprendido a conocer y a querer. El saldo, cuando paso raya, me da positivo. Entonces eso para mí es altamente satisfactorio y habla de que fue una grandísima experiencia.
— ¿Te arrepentís de algo?
—No, porque aprendo de los errores. Obviamente cuando uno se equivoca, se equivoca por error, falta de experiencia o lo que sea, pero nunca hice nada por maldad ni mala leche. Estoy muy tranquilo y si alguna vez me equivoqué en cualquier cosa fue por intuición o decisión, pero siempre pensando de que podía ser lo mejor. Es parte de la vida equivocarse y modificar esas conductas. Así que para mí no, no hay nada de qué arrepentirse, creo que es parte del camino.
— ¿Alguna cuenta pendiente?
— Cero, me voy feliz con saldo positivo, así que ninguna cuenta pendiente.
— ¿Es un retiro de la selección o del básquet en general?
— Bueno, la verdad que no soy muy optimista en cuanto a esa posibilidad porque con todas las cosas que se vienen en lo personal y la edad también, casi 40 años, creo que es un lindo momento como para aprovechar esa despedida y unificarla, hacer un dos por uno y ver. Sinceramente no soy optimista de que siga jugando.
— Fuiste el único uruguayo en la NBA, ¿Qué le falta a los jugadores uruguayos para dar el salto?
Es un mundo bastante cerrado y es muy difícil de entrar. Creo que ahora hay proyectos muy buenos como Agustín, Santiago o Joaquín que capaz un día, en un futuro podrían llegar. Pero es parte de trabajar, trabajar y trabajar; demostrar cada día y superarse, además de aprovechar las oportunidades que se te presenten.
— ¿Qué le falta al básquet uruguayo para poder proyectar más sus talentos?
— Población, logística y todo. Creo que Uruguay es muy milagroso en el deporte porque hemos logrado muchísimas cosas con tan poco. Somos un país muy chico que no tiene potencial económico, no tiene gran cantidad de población, la infraestructura que hay acá no es la acorde al deporte de primer nivel o de élite. Así todo nos rebuscamos como para estar siempre compitiendo o logrando alguna hazaña, más que nada eso se refleja en el fútbol. Con los deportes secundarios, obviamente, les cuesta un poco más por el tema de todo lo que te mencioné pero agregarle un poco más de que es más chico. Creo que habría que seguir desarrollando en la parte técnica buenos entrenadores y empezar a trabajar con proyectos a muy temprana edad.
— ¿Te hubiese gustado retirarte con Welcome?
— Cuando volví de Europa fui a Welcome, que fue el primer club al que vine con 33 años y en total plenitud, o sea que ese gusto ya lo tengo desbloqueado y ya lo hice . Lo del otro día en la selección me movió mucho y la verdad que cuando uno se pone a pensar fueron 116 partidos y fue la camiseta que más me tocó defender a lo largo de mi vida deportiva. La verdad que no, no lo había pensado de esa manera, pero así como estoy creo que es un podría ser un punto final muy lindo y no necesariamente tendría que ir a Welcome a terminar ahí, porque cuando volví de Europa fue por un gusto, me lo di, jugué y eso ya lo cumplí.
— Jugaste en Turquía, Israel, Italia, Estados Unidos, España, entre otros: ¿Dónde fue que te sentiste mejor?
— España capaz donde más cómodo me sentí, pero la verdad es que tuve la suerte de haber estado en países con una cultura o religión totalmente opuesta, como en Israel, Turquía, Grecia o China y, si bien algunos me costaba un poquito más de adaptación que otros, de todos saqué cosas buenas, como la gente, tuve la suerte de cosechar amigos y fue un privilegiado porque bueno si no hubiese sido por el básquet no hubiese conocido esas culturas, vivirlas y aprender de ellas.
— ¿Dónde fue que te costó más la adaptación?
— A ver, en Turquía me costó un poquito más, porque venía de España con el mismo idioma y en Turquía el idioma es bastante cerrado, la cultura hasta que no la conocés y eso te choca un poquito más, pero pasé tres años. Fueron unos meses al principio y después totalmente adaptado y un país que al cual le tengo muchísimo, cariño y la verdad que un agradecido de haber vivido esa experiencia.
— ¿Cuál fue el país que más te sorprendió?
— China, porque era como vivir en otra galaxia, por el tema del idioma, el huso horario. También cómo viven, es una cultura totalmente diferente pero la verdad que me sorprendió, pero a su vez me encantó.
— ¿Y en la NBA qué fue lo que más te sorprendió o llamó la atención?
— El estilo de vida que se tiene es totalmente surrealista para lo que es el mundo en sí, están a un nivel de años luz de cualquier otra liga. Todo lo que la logística que manejan, los aviones privados, los hoteles, los lugares donde se entrena. Hace 15 o 17 años, cuando fui, teníamos una cancha que tenía todas las comodidades y el gimnasio, pero cuando fuimos con San Lorenzo jugamos contra Cleveland y pensaba qué habrán cambiado. Ahora los equipos de NBA tienen cuatro canchas y entrenan en cuatro canchas a la vez, lo van rotando una parte acá y otra allá; es como que cada vez es más grande, majestuoso, desorbitante y obviamente que bueno, la verdad que a mí me sigue sorprendiendo ese poderío que tienen.
—De los amigos, los talentos que conociste, ¿Cuáles fueron los que más te sorprendieron?
—En la NBA tuve la posibilidad de jugar con Kevin Arnet, Paul Pierce, enfrentar a Kobe Bryant, Allen Iverson. Gracias a Dios pude darme el gusto de haber compartido una cancha y haberlos enfrentado: haber estado en una misma cancha con ellos, eso fue de las cosas más grandes que me tocó vivir, obviamente.
— ¿Qué le dirías al chiquilín aquel que fuiste cuando te 'descubrieron' en un ómnibus?
— Más o menos lo mismo que al otro, porque era básicamente el mismo pibe que estaba empezando. Agradecerle por haber perdido aquel ómnibus que me permitió tomarme este, pero sí es lo mismo. Ese chiquilín era casi el mismo que el otro.
— ¿Y a tus hijos?
—Ahora la responsabilidad es mucho más grande, porque, primero que nada, hay que inculcarles buenos valores, que sean buenas personas y darles las herramientas para que eso pase. Es una responsabilidad enorme y también muy linda, porque uno es formador de esas personalidades junto a la mamá y es una linda tarea que tenemos por delante.
—¿Cómo vivió eso tu nena?
—Ella entiende, pero no entiende. Está en esa etapa. Lo más gracioso fue que el lunes, al otro día del partido me dijo: 'Papá, ya no vas más a jugar, ¿no?'. Ella, ya entendió que papá ya no iba más.
—¿De basquetbolista a papá dedicado?
— Sí, creo que ese es el próximo equipo. El fichaje que voy a hacer es papá full time.
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