BÁSQUETBOL INTERNACIONAL
Giannis Antetokounmpo condujo a los Milwaukee Bucks a lograr el título esta semana
Giannis Antetokounmpo es hoy la gran figura de la NBA, estrella de los flamantes campeonesMilwaukee Bucks y autor de 50 puntos la noche de la consagración ante los Phoenix Suns. Pero hasta no hace mucho era un chico pobre, que recorría las calles de Atenas vendiendo artículos para sobrevivir, sin papeles ni patria.
Nació en Grecia de una familia de inmigrantes ilegales nigerianos, se dedicó al básquet casi por casualidad y antes que tuviera una historia deportiva que contar estaba en la NBA. Esta semana fue elegido MVP de las finales tras una asombrosa serie en la que promedió 35,2 puntos, 13,2 rebotes y cinco asistencias por encuentro.
También parece ser un jugador centrado y reflexivo. “Cuando me enfoco en el pasado, eso es mi ego. 'Hice esto, ganamos a ese equipo 4-0, gané eso en el pasado', pienso. Cuando me enfoco en el futuro, eso es mi orgullo. 'Sí, en el próximo partido haré esto y esto, voy a dominar'. Ese es tu orgullo hablando, pero no ha sucedido”, declaró hace unos días.
“Yo intento enfocarme en el momento, en el presente. Eso es la humildad. Eso es no establecer expectativas. Es salir ahí, disfrutar del partido, competir a un gran nivel. Mucha gente a lo largo de mi vida me ha ayudado con eso, pero es una habilidad que he intentado perfeccionar”, dijo.
Sus padres llegaron a Grecia en forma clandestina en 1991 para trabajar en el campo o como vendedores ambulantes. Giannis nació en Atenas el 6 de diciembre de 1994. Y como no alcanzaba para él y sus hermanos, todos salieron a las calles a tratar de vender juguetes, relojes, CDs, lo que fuera. Siempre con miedo de ser detenido porque no tenía documentos. “No voy a decir que fuera realmente malo, aunque obviamente fue duro. Tuve que hacer cosas para llevar comida a casa, igual que mis hermanos. Pero fue lindo. Eso nos hizo ser más trabajadores, trabajar más duro y si pudiera volver atrás no cambiaría eso de mi vida, porque ese momento de mi vida me hizo ser quien soy hoy en día”, recordó.
Un día, Spiros Velliniatis, exjugador griego, se cruzó por la calle de un suburbio de Atenas con el hermano mayor de Giannis, Thanasis, y le llamó la atención su físico ideal para el básquet (su padre había sido futbolista y su madre atleta). Y así lo llevó al Filathlitikos, un club de segunda división. Junto a Thanasis fue Giannis. El equipo empezó a pagarle 500 euros mensuales a la familia, un gran alivio. (Con el tiempo, el básquet se convirtió en la profesión de todos los hermanos: Thanasis es compañero suyo en los Bucks, Kostas jugó por los Lakers y se fue al Asvel de Francia y Alex defiende al UCAM de Murcia, España).
Con 17 años, Giannis alternó partidos en el equipo juvenil y en el principal del Filathlitikos, donde enseguida se destacó. Además de mejorar técnicamente, también siguió creciendo hasta los 2,11 que mide hoy.
Cuentan que un video de mala calidad con sus jugadas llegó a manos de dirigentes del CAI Zaragoza, que viajaron enseguida a Grecia para comprobarlo con sus propios ojos. Y decidieron llevárselo para España, ofreciéndole en diciembre de 2012 un contrato de cuatro años.
Recién en ese momento, el básquet y el propio gobierno griego se dieron cuenta que estaban dejando ir una joya y apuraron los papeles para darle la nacionalidad. El tema rebasó el campo deportivo y llegó al debate político. El partido neonazi Amanecer Dorado, por entonces en auge (luego la Justicia flo declaró “organización criminal”) se opuso ruidosamente, comparándolo con un chimpacé.
Sin embargo, Antetokounmpo ya era una celebridad y no se rebajó a contestar. Llegó a Zaragoza, posó para las fotos con la camiseta del CAI, pero no llegó a jugar, pues apareció la todopoderosa NBA, cuyos radares ya lo habían destectado.
En 2013, cuando tenía solo 18 años, los Milwauke Bucks lo seleccionaron en el puesto número 15 del draft. Tras su primera temporada con relativamente poca actividad (fue titular 23 veces, con un promedio de 6,8 puntos y 4,4 rebotes) sus progresos fueron notorios, hasta que en la temporada 2016-2017 recibió el premio al jugador que más mejoró.
De ahí al Olimpo de la NBA había apenas un trecho. Es un jugador capaz de hacer todo bien, con asombrosa plasticidad pese a su elevada estatura. Y tiene un sueldo acorde: firmó un contrato de cinco años por 228 millones de dólares. Ahora le dio a los Bucks el título que no conseguían desde 1971.
“Empecé a jugar al básquet para ayudar a mi familia. Intenté ayudarlos a salir de los problemas y los desafíos que afrontábamos cuando éramos niños. Pero nunca pensé que estaría aquí con el trofeo de la NBA y el premio del MVP de las finales. Ha sido un largo viaje”, comentó desde las alturas.
El segundo título de los Bucks
Milwaukee es una ciudad de un millón y medio de habitantes en su zona metropolitana, allá en el norte y al centro del mapa de Estados Unidos, en el estado de Wisconsin. Con un nombre de origen indígena, en su historia recibió inmigración tanto del centro de Europa como de población negra de los estadios sureños, que fueron edificando una tradición fabril e incluso cervecera, por el aporte alemán.
En 1968, la NBA todavía competía con otra liga profesional, la ABA, y para estar presente en más estados decidió habilitar dos nuevas franquicias en Milwaukee con los Bucks y en Phoenix con los Suns, curiosamente los rivales de las finales 2021.
Bucks significa “ciervos” y por eso aparece uno de estos animales en su emblema, que fue evolucionando de una virtual caricatura simpática a un ciervo de mirada hostil.
Un año más tarde de su debut, la franquicia tuvo la fortuna (y el buen ojo) de elegir en el draft a Lew Alcindor, quien después de su conversión al Islam pasó a llamarse Kareem Abdul-Jabbar y se convertiría en uno de los mejores jugadores de la historia. Y en 1970 sumaron a otro crack, Oscar Robertson. Con ellos, los Bucks formaron un gran equipo, que conquistó el título de la NBA de 1971 y peleó varios más.
Pero esa era dorada terminó y el equipo pasó años sin salir de la mediocridad, salvo un leve repunte a comienzos del siglo XXI.
Sin embargo, a partir de 2013, Milwaukee fue recuperando protagonismo, en buena medida por el crecimiento de Giannis Antetokounmpo.
Esta temporada alcanzaron las finales por primera vez desde 1974. Y pese a comenzar la serie con una desventaja de 0-2, terminaron imponiéndose por 4-2. El título fue celebrado por 17.000 personas en su estadio, el Fiserv Forum, y por otros 65.000 que acudieron al exterior del recinto.