"Yo siempre fui el más alto de mi generación, de mi clase, generalmente me destaqué por mi altura frente a mis pares. Es genético porque mi padre mide dos metros, siempre fue así y se esperaba que fuera así. Pero obvio que influye directamente en mi juego, que lo practico desde que tengo cinco años”, dijo Juan Ignacio Ducasse a Ovación, quien con sus 2,08 metros puede jactarse de ser el uruguayo más alto de la Liga.

Recién llegado de Paysandú, adónde Biguá viajó para jugar la Basketball Champions League Americas, habló sobre las dos derrotas del Pato, que no pudo aprovechar su localía en el Estadio 8 de Junio sanducero, a 380 kilómetros de Villa Biarritz. Primero cayeron ante Minas Tenis Clube (Brasil) y después con Quimsa (Argentina), que les podía haber asegurado un cupo en cuartos de final: “Fue un partido complejo que lo perdimos pero no estamos derrotados, porque tenemos una oportunidad más para ir a buscar la clasificación en Brasil. Ese último partido contra Quimsa va a ser seguramente una final”.

No obstante, resaltó que el gran objetivo de Biguá es a nivel local: “Nosotros estamos en un proceso de crecimiento, empezando a encontrar nuestra identidad como equipo y sacándole rédito a nuestras virtudes para encontrar lo mejor de cada uno. Vamos paso a paso, pero la meta es meternos entre los seis primeros de la Liga”, afirmó el ala-pivot de 26 años.

Foto: Enzo Santos/FIBA

Formado en Trouville desde muy chico (sobrino del expresidente Roberto Izuibejeres), emigró joven para su experiencia universitaria en Estados Unidos (jugó en Santa Clara Broncos). Después jugó una temporada en Argentina (2021/22 en Hispano Americano) y luego jugó dos años en Hebraica Macabi, donde fue campeón de la LUB en 2023. Esta es apenas la tercera Liga Uruguaya de Ducasse, uno de los jóvenes talentos del básquetbol uruguayo por razones técnicas y lógicamente físicas.

Respecto al dilema de la tercera ficha extranjera en la Liga, que algunos consideran que la vuelve más despareja y le saca oportunidades a los juveniles, él opina que “todo reglamento tiene sus pro y sus contras”.

“Yo considero que sí hizo el torneo más desparejo, pero por otro lado elevó el nivel competitivo. Tener tres extranjeros en cancha, que representan un 60% de cada equipo, obviamente modifica el estilo de juego. Pero también depende mucho de la estructura y de cómo se conforma el equipo”, explicó.

Foto: FIBA

“Personalmente —siguió— estoy acostumbrado porque jugar a nivel internacional me ha dado esa experiencia de lidiar contra físicos de mayor tamaño e incluso más altos. Como dije, sí creo que jugar con tres extranjeros de cada lado modificó la forma de jugar de la Liga Uruguaya, pero hay que reinventarse y adaptarse para acompañar esos cambios propios del básquetbol”.

En la misma línea, explicó la buena química que tiene con Josh Cunningham en Biguá, al que considera un jugador “bastante diferente” a pesar de su altura similar:“Es muy inteligente, muy hábil y mejora a su entorno. Tiene un juego mucho más interno que el mío y hasta creo que nos complementamos. Por eso digo que todo depende del armado y estructura de cada equipo”, en el sentido de que también llegan foráneos más chicos y de juego externo, como por ejemplo el caso de Donald Sims.