DOCUMENTAL
Hay sorprendidos por las revelaciones pero también críticas por destacar demasiado a Michael
Uno de los espectáculos deportivos más seguidos de este presente sin deportes es el documental The last dance, sobre el último título de los Chicago Bulls con Michael Jordan en la NBA. La serie, que produjo ESPN y emite también Netflix, alcanzó con sus dos primeros capítulos en Estados Unidos el récord de 6,1 millones de espectadores. En América Latina se puede ver los lunes.
The last dance presenta aspectos de la historia de los Bulls que no eran conocidos. Por ejemplo, la sorpresa de Jordan al unirse al equipo y descubrir que vivían en fiestas con drogas y mujeres. Ahora fue el hijo de Dennis Rodman, que se enteró por el programa que su padre un día pidió para irse de vacaciones en pleno torneo, y viajó a Las Vegas para una maratón de juego, sexo y alcohol hasta que lo fueron a buscar. “Nunca me lo había contado”, aseguró.
Pero no a todos les gustó. Ken Burns, considerado el mejor documentalista de Estados Unidos, criticó la serie: “Me parece que va en la dirección opuesta a la que se debe ir para tratar estos asuntos. Hay un sesgo claro en favor de Jordan. Esa no es la manera de construir una buena historia, sino un buen negocio para él. No me parece buen periodismo”.
Mientras tanto, en Europa se preguntan: ¿dónde está Toni Kukoc en este documental? El croata fue una pieza importante de aquellos Bulls, pero en la serie no ha aparecido todavía ni un minuto.