HISTORIAS
El basquetbolista de Tabaré estuvo internado un mes, pasó 20 días en el CTI, se recuperó de una enfermedad que para muchos es incurable y hoy brilla en El Metro.
El 14 de marzo, un día después que se decretara la emergencia sanitaria en Uruguay por los primeros casos de coronavirus, Diego Tortajada tuvo que ser internado en Mercedes en plena disputa de las finales de la Liga de Soriano con Remeros.
¿La razón? Estaba engripado y además, comió un pescado en mal estado, lo que derivó en una intoxicación. Pero el asunto no terminó ahí. El basquetbolista de 26 años fue trasladado a Montevideo, lo pasaron al CTI y le diagnosticaron síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad que paraliza los grupos musculares y complica la respiración.
“Dicen que hay un caso en 100.000 y que algunos son recuperables y otros no. Por lo que me explicaron los médicos, al tener un virus como la gripe en el cuerpo y además una bacteria por comer un pescado en mal estado, apenas llegué de Mercedes me diagnosticaron eso, me pasaron al CTI para comenzar el tratamiento de la inmunoglubina. Era eso o diálisis, pero como soy muy joven optaron por la primera opción”, le contó Diego Tortajada a Ovación.
Dos partidos con doble-doble para el "Indio"
Diego Tortajada jugó los dos partidos con Tabaré y en ambos el ala-pivot de 26 años hizo un doble-doble: promedia 24 puntos y 11 rebotes en “El Metro”. El equipo que dirige Sebastián Barbieri suma una derrota y una victoria en dos presentaciones en el torneo de ascenso.
Y no fueron días fáciles. Diego estuvo en el CTI hasta el 3 de abril, cuando pasó a sala. No tenía movilidad, la respiración era asistida y solamente escuchaba lo que se decía alrededor, porque tampoco podía hablar. Como por si eso fuera poco, internado en el Casmu él y sus familiares estaban atentos a lo que ocurría con el coronavirus porque contraer esta enfermedad podría complicar mucho las cosas.
Además, los diagnósticos no eran buenos. Los médicos avisaron que el síndrome podría dejarle consecuencias y que iba a tener un estilo de vida bastante distinto al de antes. “Se esperaba que estuviera en silla de ruedas por un buen tiempo y que iba a tener que usar un respirador. También tenía los músculos del sistema digestivo paralizados, pero empecé a mejorar, a decir ‘yo puedo, yo puedo’ y de a poco empecé a caminar de nuevo. Y fue como aprender a caminar otra vez, de verdad te lo digo, porque había estado en el CTI sin movilidad alguna”, recordó.
Las señales seguían siendo positivas. Luego de haber comenzado un intenso trabajo de fisioterapia en un momento complicado porque la piscina del Casmu estaba cerrada por la pandemia, el 27 de abril recibió el alta y se fue a su casa. Pero no fue un alta médica normal: “Me la dieron porque tenía comprometido el sistema respiratorio y si llegaba a agarrarme coronavirus ahí adentro, todo se iba a complicar”, contó.
Pero no todo fue tan fácil. En su casa, la recuperación la tuvo que seguir solo porque no tenía asistencia a domicilio. “Estaba en constante comunicación con los médicos y fisioterapeutas por teléfono y por Zoom. Trabajé y mucho en el patio que tiene 3 x 7 metros y ahí le di bastante”, recordó.
Diego Tortajada es profesor de Educación Física y eso lo ayudó mucho en su recuperación, pero también lo a poder superar el síndrome de Guillain-Barré.
Y de a poco la vida le fue cambiando el rumbo para bien. La garra que le puso Diego a la recuperación, las ganas, el esfuerzo y el sacrificio terminaron dándole la recompensa esperada: volver a jugar al básquetbol.
Luego de finalizada la temporada 2019 del Torneo Metropolitano, Tortajada llegó a un acuerdo con Tabaré para ser jugador del club en 2020. “Entendía que era lo mejor porque no quería jugar en otro club siendo preparador físico de las formativas de Tabaré”.
Los médicos están gratamente sorprendidos
El diagnóstico no era el mejor para Diego Tortajada ya que los médicos habían avisado que el jugador podría sufrir consecuencias, pero nada de eso ocurrió y hoy, el basquetbolista hace lo que más le gusta: "La neuróloga realmente no entiende cómo fue que me recuperé de esta manera. Después del partido contra Verdirrojo me mandó un mensaje diciéndome que estaba muy feliz por todo este presente", contó.
Pasó la pausa por la pandemia de coronavirus, el síndrome de Guillain-Barré quedó atrás y la recuperación física siguió su curso. “Hice un entrenamiento bastante duro a nivel de musculación porque estuve paralizado. Fueron 25 días en una cama. Eso te atrofia mucho y te deja muy debilitado. Pero de a poco me fui anotando las cosas que consideraba que cuando abriera el club de nuevo debía mejorar. Yo siempre hablo con un profe amigo y le digo una frase que es ‘fuerte pero compensado’ y refiere a que primero hay que compensar las asimetrías musculares para no lesionarse y después hacerte un poco más fuerte. Así empecé”.
En julio volvió a pisar una cancha. “Fue lo mismo que caminar de nuevo. Tenía que aprender a tirar otra vez”, recordó. Pero el cerebro tiene memoria y Diego Tortajada recuperó la deportiva enseguida. Dejó atrás una dura enfermedad y hoy disfruta de hacer lo que más le gusta. “La alegría de verme otra vez en una cancha de básquetbol es inmensa e impensada porque hace cuatro o cinco meses no sabía si iba a vivir y hoy estoy jugando, aportando mi granito de arena en Tabaré. Todo esto me ayudó a ver las cosas desde otra perspectiva y darme cuenta de lo que realmente es importante y lo que no. Estoy más que agradecido a todos los que me ayudaron a salir de esta”.