Redacción El País
El 11 de junio de 1997, hace exactamente 27 años, se jugó en Delta Center de Salt Lake City (Utah, Estados Unidos) el quinto partido de las Finales NBA entre los Chicago Bulls y los Utah Jazz, juego que sería recordado como el famoso "Flu Game" de Michael Jordan.

Aquellas finales enfrentaban a dos grandes equipos: uno liderado por Jordan y el otro por Karl Malone, que le había arrebatado el premio MVP de la temporada regular a la estrellas de los Bulls.

Se trató de la temporada en la que Jordan consiguió el quinto anillo: tres seguidos en 1991, '92 y '93 —previo a su receso para jugar al Béisbol— y otro la temporada anterior, en 1996.

Llegado el quinto partido, los equipos habían hecho valer la localía y habían ganado en sus respectivos escenarios para establlecere el empate parcial de la serie a dos victorias cada uno. El quinto no era un juego más, porque uno de los dos quedaría a un paso de ser campeón de la NBA, y ahí fue donde afloró toda la jerarquía de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, sino el mejor.

Sin embargo, Jordan estuvo a punto de perderse esa quinta final, en la que paradójicamente terminó siendo determinante para la victoria de su equipo.

Horas previa al encuentro, Phil Jackson y todo el plantel de los Chicago Bulls entró en pánico porque su principal figura comenzó a experimentar síntomas como de una gripe, pero que seguían empeorando con el correr de las horas.

Según relatos de la época, Tim Grover, (entrenador personal de Jordan) se lo atribuyó a una intoxicación alimenticia por haber comido una pizza la noche anterior al jugo: “Nos trajeron una pizza a la habitación del hotel, y cinco personas vinieron a entregarla. Nadie más la comió excepto él”, señaló a medios norteamericanos.

Los vómitos y fiebre alta tuvieron a Michael Jordan en posición fetal durante toda la jornada y su equipo ya daba por descartada su participación en el quinto juego, incluso les preocupaba si estaría disponible para el sexto, que se jugaría dos días después con el viaje a Chicago de por medio.

Pero contra todo pronóstico y sugerencias de los médicos, Jordan llegó al estadio una hora antes del comienzo del partido y, aunque estaba visiblemente debilitado, quiso estar presente en ese juego tan importante.

“Probablemente la cosa más difícil que he hecho. Casi me desmayé solo para ganar un juego de baloncesto”, dijo el basquetbolista.

A pesar de encontrarse notoriamente debilitado físicamente, Jordan fue el motor que impulso una remontada heróica de los Bulls ante los Utah Jazz, que en los dos últimos partidos en su casa habían obtenido la victoria y habían comenzado ganando ese quinto juego 29-16 en el primer cuarto.

El equipo de Chicago llegó al último cuarto perdiendo por cinco unidades (72-62) y con su líder absolutamente diezmado por su malestar y tres cuartos de intenso desgaste.

Sin embargo, el espíritu competitivo de Michael Jordan afloró en el clutch y metió 15 puntos en el último período, para liderar la arremetida de su equipo para terminar llevándose el partido de Utah por 90-88 y definir el título en Chicago.

Finalmente, los Bulls ganaron también el sexto juego ante su gente por 90-86 y se coronaron por segunda vez consecutiva, quinta en la era dorada de Michael Jordan, dueño de una hegemonía histórica en la NBA.

El 23 de los Bulls protagonizó una de sus noches más sufridas en la NBA, pero de las que lo convirtieron en leyenda del básquetbol mundial, la noche que encaminó la obtención de su quinto anillo.